Opinión

El ostensible plumero de la Chunta Aragonesista

La formación nacionalista Chunta Aragonesista (CHA), por medio de Carmelo Asensio, el portavoz del grupo municipal en Zaragoza, advirtió abiertamente de la intención de suprimir la actual exención tributaria del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) a la Iglesia Católica, obligándole a pagar dicho impuesto como cualquier contribuyente. Obviamente esta iniciativa obedece más bien a una reiterada provocación de la izquierda radical, que a criterios rigurosos de una ponderada propuesta tributaria.

La formación nacionalista Chunta Aragonesista (CHA), por medio de Carmelo Asensio, el portavoz del grupo municipal en Zaragoza, advirtió abiertamente de la intención de suprimir la actual exención tributaria del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) a la Iglesia Católica, obligándole a pagar dicho impuesto como cualquier contribuyente. Obviamente esta iniciativa obedece más bien a una reiterada provocación de la izquierda radical, que a criterios rigurosos de una ponderada propuesta tributaria.

No es ninguna novedad que esta facción progresista anclada en 1936, la cual despide un olor rancio a sovietismo trasnochado, nos tenga acostumbrados a escenificar comedias lenguaraces en vez de arrogarse políticas juiciosas. Esta vez extrema izquierda vuelve a empuñar pertinazmente su arma más letal: su inquinoso resentimiento que hace de su incongruente pretensión el norte de su enclenque horizonte programático. Por ello, no se acierta a saber si la CHA está perversamente asesorada o, en el mejor de los casos, cabalga entre la cerrazón y la animadversión más exaltada. Proscribir el culto de la vida de las personas es la maldición más vieja de la izquierda reaccionaria desde aquella famosa frase de Voltaire, el padre de la irreverencia satírica:” aplastar la infame” –en alusión a la religión católica-.

A tal efecto, para conseguir el (des)propósito que ponga fin a esos “privilegios fiscales de la Iglesia” (sic), debería obtener el beneplácito institucional para modificar ciertas normas, entre otras,  el vigente Real Decreto Legislativo 2/2004, de 5 de marzo, por el que se aprobó el texto refundido de la Ley Reguladora de las Haciendas Locales (LRHL), en cuyo artículo 62 se observa un número considerable de entidades exentas del IBI, así como la ley 49/2002, de Régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos en relación con la LRHL. Por tanto cabe indicar que la Iglesia Católica no es la única beneficiaria de la precitada exención tributaria.

Asimismo, también sería conveniente que la CHA, por responsabilidad política y por colmar lagunas de ignorancia, se leyese la sentencia del Tribunal Supremo de 4 de abril de 2014 (STS 1538/2014), donde dicho Tribunal basa su decisión en la voluntad plasmada por el legislador, quedando determinado taxativamente el alcance de la exención del IBI respecto de los bienes inmuebles de la referida confesión religiosa.

Frente a este revelador espectáculo, que la CHA anhele que solamente pague el IBI la Iglesia Católica de entre todas las entidades eximidas por ley, es cuando menos discriminatorio, sectario e ignominioso, cosa que no sorprende por su notoria y enquistada aversión (quizá algún militante discrepe) a dicha creencia. Es un hecho probado que la renta municipal hace aguas, y es por ello que Zaragoza en Común (ZeC) secunde también los engreimientos recaudatorios de la CHA, así como sus correligionarios de C`s y del PSOE. Pero donde deberían rascar crematísticamente para “sanear” el erario público, es recortando las dilatadas prerrogativas y los pingües estipendios de los representantes electos que conforman el Consistorio municipal. Este sí sería un talante muy social y muy solidario, compartir las cargas gravosas que con tanta dignidad, demasiada, soporta la tan contusionada ciudadanía.

Con todo, no es infrecuente que a la CHA, y a quienes apoyan sus dislates, se le vean, y desde muy lejos, sus torticeras intenciones. En fin, se nota claramente la inclinación y la tendencia más fanática e intolerante de su ideario de vanguardia, aunque a veces codicien disimularlas con argucias prodigiosas. Así las cosas, y sin ningún tipo de complejos, a la CHA se le ha visto, una vez más, su flamante plumero.