Opinión

Audiencias

Uno de los principales retos a los que se enfrentan las cadenas televisivas, públicas o privadas, es el de las audiencias. La porfía afecta en menor medida a las emisoras de radio, y es aún menor en los medios escritos, que tienen sus propios canales de cálculo.

Uno de los principales retos a los que se enfrentan las cadenas televisivas, públicas o privadas, es el de las audiencias. La porfía afecta en menor medida a las emisoras de radio, y es aún menor en los medios escritos, que tienen sus propios canales de cálculo.

Para las cadenas de televisión, el dato de las audiencias es de suma importancia. Incluso para aquellas que no dependen directamente de los ingresos publicitarios, como ocurre con las cadenas públicas, el número de espectadores es vital para el mantenimiento o la clausura de determinados programas.

La medición de las audiencias se hace por medio de sistemas estadísticos, contando con las respuestas de un determinado sector de la población que es consultado sobre sus preferencias. La fiabilidad de las cifras obtenidas es relativa, aunque se trata de una pregunta con cierta asepsia, y se entiende que los consultados tienen el compromiso de responder la verdad.

La medición de audiencias comenzó a hacerse hace 80 años en los Estados Unidos, aplicada a la radio y a los periódicos. A lo largo de ocho décadas los procedimientos se han modernizado, sobre todo a partir del desarrollo de la televisión comercial, a mediados del siglo pasado, tras la segunda guerra mundial.

El control de las audiencias resulta poco definido, y de ello es muestra la diferencia de resultados que se obtenían en España en 1990 a través de las dos empresas que se ocupaban de sondear las preferencias de los telespectadores. Ello condujo a la supresión de esa duplicidad y al establecimiento de una sola consultora, de la que se hizo cargo una multinacional francesa, Sofres, posteriormente denominada Kantar Media.

La instalación de los audímetros domiciliarios significó un cierto avance en la fiabilidad de los datos. Sin embargo, la proporción representativa es insuficiente.

En España parecen existir algo menos de 5.000 instalaciones que transmiten diariamente sus preferencias. Una vez extrapoladas, las agencias manejan los datos para canalizar el mercado publicitario. Sin embargo, es dudoso que los resultados de 5.000 testigos puedan representar a los más de 40 millones de personas que ven la televisión.

La fractura principal deriva de la contradicción entre el rango de las preferencias y la calidad de los programas. Existe consenso en la denominación de ‘"telebasura" para programas de determinadas cadenas, lo que significa un rechazo de contenidos en teoría, aunque no en la práctica. De ser así, las audiencias de estos subproductos serían insuficientes para mantenerlos en cartel. Ello lleva a plantear tanto la idoneidad de los consultados como la fiabilidad de las respuestas obtenidas, abriendo el paso a la sospecha de manipulación.