De cuando la Administración te hace sentir invisible

Nos encontramos a finales de junio con un currículo de Bachillerato, modificado y remodificado hasta el último minuto, que anula la optatividad de nuestros hijos en un centro pequeño, rural, pero con derechos. El caso es el siguiente: alumnos que en 1º de Bachillerato cursaron la optativa de Psicología (impuesta desde la Administración) se ven abocados sí o sí a cursar en 2º de Bachillerato una de las dos opciones siguientes: Tecnologías de la Información II o Francés II. Como su nombre indica, ambas materias exigen haber cursado sus correspondientes (Tecnologías de la Información I o Francés I) el curso anterior, condición que evidentemente no se cumple y que por lo visto quienes elaboraron la oferta del curso anterior ni siquiera se plantearon.

Nos encontramos a finales de junio con un currículo de Bachillerato, modificado y remodificado hasta el último minuto, que anula la optatividad de nuestros hijos en un centro pequeño, rural, pero con derechos. El caso es el siguiente: alumnos  que en 1º de Bachillerato cursaron la optativa de Psicología (impuesta desde la Administración) se ven abocados sí o sí a cursar en 2º de Bachillerato una de las dos opciones siguientes: Tecnologías de la Información II o Francés II. Como su nombre indica, ambas materias exigen haber cursado sus correspondientes (Tecnologías de la Información I o Francés I) el curso anterior, condición que evidentemente no se cumple y que por lo visto quienes elaboraron la oferta del curso anterior ni siquiera se plantearon.  

Ante tal situación, un grupo de padres de los alumnos afectados nos movilizamos; el escepticismo  de algunos por la arraigada creencia de que la Administración es un ente alejado del ciudadano, por la premura de tiempo , por la sensación de que las minorías no tienen voz,…ese escepticismo, decíamos, se contrarrestaba con la firme idea de que lo que pedíamos era “de justicia": nuestros hijos iban a ser las víctimas de una falta de previsión de alguien  y correspondía a quien había cometido ese error dar una solución satisfactoria.

Así pues, empezamos a dirigir escritos a los representantes de Educación más cercanos a nuestro ámbito: Director Provincial, Inspección, Director General de Planificación y Formación Profesional; recabamos el apoyo del claustro de profesores y del Consejo Escolar del IES Valle del Jiloca; hicimos llamadas telefónicas, solicitudes de entrevistas. Pedíamos una solución, incluso planteábamos alguna posible.
 
Inicios de septiembre y del nuevo curso y con él la denuncia pública, el derecho al pataleo, la decepción absoluta e indignación  por el trato recibido: casi un mes después solo una respuesta remitida por Inspección en la que tras una retahíla de artículos legales nos recomienda probar en otro sitio a  ver qué nos dicen; negativa a recibirnos en persona en la Dirección Provincial por cuestiones de agenda, que aún debe de estar a tope mes y medio después; nula respuesta desde Zaragoza,… Decepción porque nos sentimos ninguneados, discriminados, víctimas de lo que consideramos un error grave con consecuencias para el futuro de nuestros hijos.

Decepción porque las palabras pronunciadas recientemente por la Consejera de Educación en una entrevista suenan a demagogia vacía de contenido: “Se trata de volver a la credibilidad con la educación pública como pilar fundamental y de la recuperación de prestaciones que se habían perdido en los últimos años, como el diálogo con la comunidad educativa”. Indignación porque no se nos ha escuchado, igual si hubiéramos judicializado el proceso, como han hecho otros, o fuesen nuestros hijos como los bienes de Sijena, habríamos sido atendidos… o no.