Opinión

El "núcleo" del sistema

En el panorama de hipocresía internacional dentro del que nos movemos, los medios de comunicación dan noticia de los efectos, pero raramente aluden a las causas, tal vez porque no están claras, porque es arriesgado citarlas o porque directamente las desconocen. Me refiero a la guerra, a las guerras que asolan el planeta sistemáticamente.

En el panorama de hipocresía internacional dentro del que nos movemos, los medios de comunicación dan noticia de los efectos, pero raramente aluden a las causas, tal vez porque no están claras, porque es arriesgado citarlas o porque directamente las desconocen. Me refiero a la guerra, a las guerras que asolan el planeta sistemáticamente. 

La prensa, las radios, los noticiarios televisivos, las redes sociales y cualquier otro medio de comunicación ponen ante los ojos atónitos y los oídos aterrorizados de los ciudadanos la sucesión de desgracias ocasionadas por las guerras: la ruina, la desolación, la huida, el naufragio y la muerte. Millones de seres humanos están siendo afectados en lo que va de siglo (teóricamente una época muy "desarrollada") por el subdesarrollo mental y emocional de quienes dominan el mundo sin escrúpulo alguno. 

Más allá de los gobiernos, que son intercambiables y en bastantes casos meros lacayos del "poder", existen unas entidades difusas, incluso opacas, que lo deciden todo. Están formadas por unas cuantas personas o familias que se sitúan más allá del bien y el mal, porque sus objetivos escapan a cualquier valoración humana. No hay otra moral que la del lucro, la ganancia a costa de lo que sea. Estas élites viven en otra dimensión, claramente patológica, aunque haya sido legalizada por una sucesión de disposiciones, normas y reglamentos que ellas mismas han propiciado a través de sus tentáculos repartidos por todos los estamentos institucionales. Considerados en conjunto, estos sujetos individuales o corporativos constituyen "el núcleo del sistema". 

El sistema averigua dónde hay un punto caliente en el planeta por tensiones fronterizas, territoriales, ideológicas, raciales, religiosas o de cualquier otra índole, y se dedica a estimular el conflicto latente porque, en cuanto estalle, las ganancias son seguras. Se venden armas a los bandos enfrentados, se envían contingentes internacionales, en teoría son de paz (conocidos son algunos de los desmanes de estas tropas, y podemos suponer bastantes más), se consumen arsenales de proyectiles que podían quedar obsoletos al cabo del tiempo (parece ser que la pólvora y otros componentes destructivos también caducan) y el negocio está hecho. 

La destrucción es lo de menos porque el sistema dispone de divisiones empresariales que se ocupan de la reconstrucción de edificios, de la reinstalación de hospitales, de la reparación de carreteras, ferrocarriles, aeropuertos y otras vías de comunicación. Negocio completo. 

Lo que no ha conseguido el núcleo del sistema, de momento, es la recuperación, revitalización y resurrección de los cadáveres sepultados bajo los escombros, destrozados por las bombas o ahogados en el mar. Pero es lamentablemente presumible que si los avances tecnológicos permitieran un día algo que hoy por hoy es utópico, allí estarían los ejecutivos del "núcleo" para ampliar el negocio.