Opinión

Crisis y crecimiento

La actual crisis tiene el contrapunto de las grandes cifras macroeconómicas que se inflan con la mayor normalidad del mundo para enriquecer a los grandes beneficiados de la situación. La crisis económica –nos dicen estos últimos- ya ha pasado. No cuentan ya todas las personas que trabajan por cuenta ajena, las que son ya a extinguir, sustituidas por algunas tecnologías. Es decir, aquellos a los que la reforma laboral ha dejado desprotegidos. Aquellos que ven bajar su sueldo cuando están a veces en trabajos de altísima cualificación, y ven que la media salarial sube, según nos dicen. Por no hablar de los parados, que siguen encabezando de largo los porcentajes europeos.

La actual crisis tiene el contrapunto de las grandes cifras macroeconómicas que se inflan con la mayor normalidad del mundo para enriquecer a los grandes beneficiados de la situación. La crisis económica –nos dicen estos últimos- ya ha pasado. No cuentan ya todas las personas que trabajan por cuenta ajena, las que son ya a extinguir, sustituidas por algunas tecnologías. Es decir, aquellos a los que la reforma laboral ha dejado desprotegidos. Aquellos que ven bajar su sueldo cuando están a veces en trabajos de altísima cualificación, y ven que la media salarial sube, según nos dicen. Por no hablar de los parados, que siguen encabezando de largo los porcentajes europeos.

¿Qué nos quieren decir? ¿Que se ha estabilizado la crisis? ¿Que ya es normal que la gente viva con tales diferencias? ¿Que algunos no solo han sobrevivido, sino que se han forrado? ¿Que tenemos ya una sociedad nueva con una brecha enorme entre pobres y ricos, como antaño, y que aquí no ha pasado nada?

Pues está claro que ha habido (y hay) una auténtica revolución, afortunadamente no sangrienta, en la que algunos protagonistas han cambiado de trinchera. Y la gente apenas protesta porque vive de, ¡ay!, la economía sumergida. Auténtico flotador de millones de españoles. ¿Y los negocios? Mucha gente de buena fe, pequeños comerciantes que se han arruinado, cuando al lado hay unos que estafan a otros, que a su vez se resarcen estafando a otros terceros. Y aquí paz y después gloria.

Y al que no se le ha pasado por la cabeza estafar, pues que espabile. Abundan los tarros al mismo precio que antes que, cambiando el diseño, tienen la mitad de contenido. Vas a comprar una pequeñísima pieza y te dicen que no hay piezas ya, que son antiguas, que hay que hacerse con el pack entero que, por supuesto, es muchísimo más caro. Aquí el que no corre, vuela. Es una nueva sociedad, con unos nuevos contravalores. Esperemos que esta nueva sociedad –que ya empieza a ser vieja- dure poco. No creo que nos guste a la mayoría. Hay quien se ha adaptado porque no le queda más remedio.