Por San Blas... en Ateca la Máscara verás

Ateca celebra el 2 y 3 de febrero sus fiestas de San Blas, donde la Máscara es el protagonista de estos festejos declarados de Interés Turístico de Aragón. Este personaje recorre las calles perseguido por los niños y niñas, que intentan robarle sus cascabeles y le lanzan manzanas en un ritual que se remonta a cientos de años atrás.

Zaragoza.- Cada año, durante el 2 y el 3 de febrero, la localidad zaragozana de Ateca celebra sus fiestas en honor a San Blas, patrón del municipio junto con la Virgen de la Peana. Las rosquillas, las hogueras o las cigüeñas del refranero popular son tradicionales en los festejos de este santo, pero en Ateca el protagonista estos días es la Máscara, un personaje que se remonta a tiempos inmemorables y que entremezcla lo religioso y lo profano.

Pasado el solsticio de invierno y como anticipo a la llegada del Carnaval y la primavera, la Máscara lleva la fiesta a todos los rincones de Ateca. Vestido con un traje de rayas amarillas y rojas y ataviado con un gorro, unos cascabeles en las bocamangas y un sable y una corbetera (una especie de escudo) en cada mano, la Máscara es un personaje callejero y representa a una especie de bufón que antiguamente iba pidiendo por los domicilios del municipio.

“La celebración de la Máscara es muy tradicional en Ateca, no se sabe desde qué fecha se viene celebrando, pero es una fiesta muy original que no se celebra de esta manera en ningún otro lado”, explica el alcalde del municipio, Ramón Cristóbal.

Declarada de Interés Turístico de Aragón en 1995, los festejos comienzan, cada año, el 2 de febrero, víspera de San Blas. A las doce del mediodía, la Máscara hace su primera aparición pública de las fiestas recorriendo las calles y casas del municipio.

“Antiguamente recorría el pueblo pidiendo alimentos y ayuda, hoy en día ya no se hacen esas peticiones, pero sigue entrando por las casas y dando a los vecinos un golpe con la corbetera sobre la cabeza a modo de bendición o buena suerte”, señala Cristóbal.

Mientras la Máscara hace su recorrido, todos los niños del pueblo le persiguen tratando de quitarle los cascabeles que lleva en las bocamangas. El personaje, por su parte, intentará impedírselo defendiéndose con el sable y la corbetera.

El personaje de la Máscara siempre ha sido representado por una persona asentada en la localidad
El personaje de la Máscara siempre ha sido representado por una persona asentada en la localidad

A media tarde, los vecinos acuden al pabellón municipal donde se entrega un vaso de chocolate caliente y un trozo del tradicional roscón de San Blas, muy similar al de San Valero de Zaragoza o al del día de Reyes.

El día 2 por la noche, en la plaza de España de Ateca se enciende una gran hoguera en honor al santo, sin olvidar además que es también el día de la Virgen de la Candelaria, conocida también como la Fiesta de la Luz y de las Candelas, y en las que son típicas las hogueras en muchos municipios aragoneses y españoles.

En este acto, la Máscara realiza su segunda salida de las fiestas. Junto con el resto de vecinos de Ateca, se reúnen en torno a la hoguera formando un gran corro donde bailarán junto con la charanga del municipio. Allí entonan “El Puente de Alcolea”, una canción popular de finales del siglo XIX y que hace referencia a la batalla del puente de Alcolea (Córdoba), que enfrentó a militares sublevados contra la reina Isabel II y que supuso el exilió de ésta a Francia y la llegada del Sexenio Democrático.

La canción dice así: “En el puente de Alcolea había un puchero roto, le pegaron un balazo y cayó del puente abajo. Al pasar el río, al pasar el río, a mi tío Antón le llegaba el agua, le llegaba el agua, hasta el calzón”.

Tras los cánticos, los vecinos acompañan la fiesta con un trozo de longaniza, unas patatas asadas, pan y vino. Seguidamente, los vecinos acuden al pabellón municipal donde se celebra un baile hasta altas horas de la madrugada. La Máscara, por su parte, se retira a descansar, ya que al día siguiente le espera la última de sus salidas.

El personaje de la Máscara siempre ha sido representado por una persona asentada en la localidad y que ha manifestado su voluntad de hacer ese papel. Tal y como explica el alcalde, en alguna ocasión ha habido más peticiones, pero nunca ha hecho falta acudir al sorteo para decidir quién lo representaba.

Asimismo, el origen de su nombre se debe a que antiguamente el rostro del personaje estaba cubierto por una máscara, sin embargo, desde finales del siglo XIX se decidió que la Máscara recorriese Ateca con la cara descubierta.

Aunque no se sabe los inicios de esta celebración, la Máscara de Ateca presenta similitudes con algunos personajes similares de otros municipios aragoneses, que también representan una especie de bufones y que son objeto de la mofa y el ataque de los vecinos. Todas ellas se celebran además en el tránsito entre el invierno y la primavera y muchas tienen también el elemento del fuego como protagonista, símbolo de la purificación.

El 3 de febrero se inicia la procesión hasta la ermita
El 3 de febrero se inicia la procesión hasta la ermita

La subida al cerro

El 3 de febrero, Día de San Blas, la iglesia de Santa María celebra una misa en honor al santo y patrón de Ateca. Seguidamente, se inicia la procesión hasta la ermita, que se encuentra al lado de un cerro, y donde la Máscara recita una copla al santo: “Glorioso San Blas bendito que naciste en Tagaste y a esta villa de Ateca viniste a empadronarte. Unos me llaman cobarde, otros me van a matar; pero he de subir al cerro, por delante o por detrás”.

Los vecinos suben hasta lo alto del cerro, donde los chicos y chicas del pueblo aguardan la llegada de la Máscara, que emprenderá la subida desde la ermita intentando evitar la lluvia de manzanas que los niños y niñas le lanzan desde lo alto del cerro, hasta que los ayudantes de la Máscara den la orden de parar. Se cuenta que antiguamente, en vez de fruta, se le lanzaban piedras.

Cuando culmina la subida al cerro, se celebra un gran corro entre todos los presentes y se vuelve a entonar el cántico de “El Puente de Alcolea”. La Máscara vuelve a perseguir a todos los presentes hasta que logra expulsarlos a todos del cerro y regresa a la ermita para entonar una última copla al santo: “Glorioso San Blas bendito, he cumplido mi misión. Ahora vamos a la iglesia a cumplir con devoción”. Así, la procesión regresa hasta la iglesia de Santa María, despidiendo a la Máscara hasta el año siguiente.