Opinión

La mala educación

Hoy día al subir al autobús, más con la huelga que azota Zaragoza desde hace prácticamente un mes, a un buen cupo de mi generación se nos hace familiar una frase hecha pronunciada por los más mayores. Nótese que no pretendo echar por tierra el esfuerzo de las generaciones más ancianas, dejándose la piel trabajando para que muchos derechos que ellos no tenían asegurados fueran una realidad. Pero la frase de “esta juventud no tiene educación” no deja de ser variopinta cuando la generación que se encargó de educarnos fue la suya.

Hoy día al subir al autobús, más con la huelga que azota Zaragoza desde hace más de un mes, a un buen cupo de mi generación se nos hace familiar una frase hecha pronunciada por los más mayores. Nótese que no pretendo echar por tierra el esfuerzo de las generaciones más ancianas, dejándose la piel trabajando para que muchos derechos que ellos no tenían asegurados fueran una realidad. Pero la frase de “esta juventud no tiene educación” no deja de ser variopinta cuando la generación que se encargó de educarnos fue la suya.

Quizá no se hayan dado cuenta, pero si las actuales generaciones no tienen educación bajo su criterio, quizá es que no se ha educado bien a los jóvenes. O quizá no se ha penalizado a los gobiernos que se han encargado de que la juventud no sea más que un nicho electoralista cada cuatro años, torturando a profesores y alumnos con reformas en la educación día sí y día también.

Por mucho que se pongan en la parrilla televisiva ejemplos como Finlandia, Suecia o Noruega, cada país tiene su realidad, mejor o peor, pero se enfrenta a unas circunstancias de las que en muchas ocasiones escapar de ellas se hace difícil. Ahora bien, que en más de treinta años de democracia no haya habido un pacto por la educación, y que la sociedad a la hora de ir a las urnas no haya valorado la existencia o acuerdo sobre cierta materia, da a entender lo que realmente importa o no a esta sociedad.

¿Por qué la población se empeña en dejarse mangonear y dejar que sus hijos sean “otro ladrillo en el muro”, parafraseando a Pink Floyd? Se pregunta a los jóvenes qué quieren ser de mayores, acerca de su futuro oficio, pero no se les pregunta quiénes quieren ser, o qué tipo de persona quieren convertirse.

Los planes de educación actuales no forman ciudadanos críticos que deseen mejorar la sociedad, sino trabajadores productivos con una capacidad de observación mediocre. Mejor memorizar que comprender, o especular que crear. Todo ello alimentado por falta de incentivos y controles al profesorado, que en muchas ocasiones se encuentra impotente ante situaciones en las aulas que sobrepasan leyes abstractas y con lagunas legales monstruosas.

Recuerden entonces: si las generaciones actuales no tienen la educación que ustedes la exigen, y nosotros exigiremos en un futuro a nuestros jóvenes, no critiquen y suelten el discurso típico que muchos empezamos a aborrecer. Mírense un momento a sí mismos, y piensen si ustedes han hecho algo para exigir que sus jóvenes no sean unos supuestos borregos maleducados.