Opinión

El candidato

Nos vamos acercando a los comicios electorales del 24 de mayo y los partidos van seleccionando paulatinamente a sus candidatos/as cabezas de lista, unos elegidos mediante primarias abiertas a simpatizantes, o restringidas a afiliados, y otros designados por el aparato dirigente, o por la decisión personal del líder; unos compitiendo con otros compañeros rivales, sin avales, con avales, y otros como únicos candidatos sin rival; unos ocupando ya cargos públicos institucionales, y aprovechándose de los medios que le ofrece la institución donde ejercen, intentando repetir conservando “el sillón”, y otros neófitos y sin experiencia que aspiran a oxigenar y regenerar el sistema; unos detentando el poder, o en la oposición, y otros fuera de las instituciones aspirando a entrar.

Nos vamos acercando a los comicios electorales del 24 de mayo y los partidos van seleccionando paulatinamente a sus candidatos/as para cabezas de lista, unos elegidos mediante primarias abiertas a simpatizantes, o restringidas a afiliados, y otros designados por el aparato dirigente, o por la decisión personal del líder; unos compitiendo con otros compañeros rivales, sin avales, con avales, y otros como únicos candidatos sin rival; unos ocupando ya cargos públicos institucionales, y aprovechándose de los medios que le ofrece la institución donde ejercen, intentando repetir conservando “el sillón”,  y otros neófitos y sin experiencia que aspiran a oxigenar y regenerar el sistema; unos detentando el poder, o en la oposición, y otros fuera de las instituciones aspirando a entrar. 

Sin embargo, a pesar de sus diferencias de casta, linaje y de ideas, son todos humanos con sus virtudes y defectos, con sus bondades y problemas, con su pasado, presente y futuro, con patrimonio y sin patrimonio, experimentados o sin experiencia, veteranos o jóvenes promesas, etc. De momento serán candidatos/as durante unos meses, antes de superar la prueba definitiva del día D donde los ciudadanos electores decidirán quienes entran o no de concejales y de diputados autonómicos.

Pero ¿cómo son estos candidatos/as ante su partido, sus afines, y afiliados? ¿Qué actitud adoptan en esta fase de la precampaña? ¿Qué pueden hacer para destacar y darse a conocer hacia el exterior, pues los adeptos internos ya están convertidos?

Suele pasar que una vez conseguido el puesto de candidato/a estos se olvidan de los afiliados en general, se blindan y se rodean de grupos o camarillas que les preparen el camino hacia el cargo, incluso penalizan a sus rivales en las primarias condenándoles al ostracismo. Esa burbuja o urna de cristal es contraproducente, les aísla del colectivo y no les permite ver la realidad que le rodea, dando lugar a resquemores y enfrentamientos larvados. 

Hay candidatos expertos con muchos años en las instituciones, profesionales de la política, que quieren continuar a toda costa, y no son capaces de permitir la renovación en su partido pues controlan el aparato; hay otros que ya lo han intentado otras veces y no lo han conseguido, y otros que es la primera vez que se presentan, son más o menos jóvenes y aspiran a entrar para cambiar el sistema.

Las características personales de los candidatos/as, muy importantes para saber si van a ser capaces de llevar a cabo los programas y compromisos electorales y una buena gestión, sólo las conocen las personas del entorno, los afiliados y compañeros, familiares y amigos, pero no los electores, a los que nos pueden engañar con su imagen, actitud o apariencia externa. Hay candidatos/as que tienen una buena imagen personal, articulan muy bien sus discursos y sus gestos, recitan continuamente mantras cuando van a los debates, pero están vacíos de conocimientos y de soluciones viables para resolver los problemas de la sociedad. Hay otros que aparecen como distantes y herméticos o “estirados” y engreídos con la gente, pero puede que sean tímidos e introvertidos en la distancia corta; y otros extremadamente populistas y “abrazafarolas” que estrechan la mano hasta a las papeleras. Puede ser paradigmático que un candidato rehuya a “las masas”, se encuentre incómodo en los actos multitudinarios, rechace actos públicos y sociales, inauguraciones, ruedas de prensa, etc. desaprovechando oportunidades para su mayor conocimiento entre el público. Pero, ¿qué candidato es más válido el que nos sonríe mientras nos da la mano pidiendo el voto y prometiendo “el oro y el moro”, o el discreto que será operativo y nos solucionará los problemas a los vecinos? Muchos se amparan también en las siglas de las organizaciones para comenzar o continuar una carrera política con independencia de su conciencia e ideas, o son “chaqueteros” al albur de los tiempos que corren, lo que no detectan los que les eligen por falta de información.  

Además de ello, el candidato/a cuando ya ha sido elegido por el partido, al margen del respaldo conseguido, se debe ineludiblemente en primer término a los afiliados y a la organización política que le propone, al programa aprobado, a la estrategia electoral que no debe ser un diseño personal, a las directrices e instrucciones de campaña, etc., constituyendo equipos, ejerciendo su liderazgo, aceptando la crítica y haciendo autocrítica, y dedicando mucho tiempo y esfuerzo a conseguir el mejor resultado posible en las urnas, dejándose ver para ser conocido públicamente por la ciudadanía. Es sacrificada la dedicación del candidato/a según los casos: no es la misma posición de partida la del que ocupa ya un cargo público bien retribuido, dispone de asesores, escoltas y coche oficial, y recursos del partido para hacer una buena campaña de imagen, no distinguiendo la actividad partidaria de la institucional, que la de aquellos ciudadanos del pueblo, asalariados por cuenta ajena y/o empleados públicos con una jornada laboral inquebrantable, o la de empresarios, autónomos, o en situación de desempleo, desconocidos para la opinión pública, y de partidos pequeños o nuevos con escasos medios y recursos, que tienen que sacar tiempo de donde sea.

Otra cosa será también la elaboración de listas con los segundos, terceros, cuartos,……de la candidatura, lo que podría levantar ampollas sino se hace con tacto y buen criterio, dejando de lado criterios personales para que primen las formas, el interés del partido y la buena gestión, y donde la comunicación interna, las explicaciones y el diálogo serán fundamentales. Suele suceder que los adversarios más peligrosos de un político suelen esconderse en su propia formación.

A pesar de ello, los afiliados y simpatizantes que han apoyado o no al candidato/a le exigirán siempre el mejor resultado posible en las urnas, y si fracasa cruel o diplomáticamente le recordarán que dimita o se retire para dejar paso a otros, si no lo hace de “motu propio”.

Y si triunfa como electo, le harán como a aquel general romano victorioso que llevaba un esclavo o sirviente sujetándole la corona de laurel sin dejarle que se apoyarla en su cabeza, recordándole que no olvidase que era mortal.

No olvidemos por último pues que un líder (candidato) no debe ser “de diseño”, de cara a la galería, sino que es aquel que tiene una idea o un sueño, sigue a esa idea, la gente sigue al líder (candidato), y por ello sigue a esa idea. Por tanto, para ser un líder hay que tener buenas ideas para mejorar las cosas y seguidores que crean en él.