Opinión

Vientos de cambio ante una casta nerviosa

La casta está nerviosa. Y ahora mucho más nerviosa después de que el pueblo griego haya dado su confianza a Syriza emprendiendo un cambio afectará para bien a toda Europa. Un cambio que supone recobrar la dignidad, la confianza y la sonrisa. A esta casta, que durante el 15M nos arengaba que lo democrático era que defendiéramos nuestras reivindicaciones en las urnas y no ocupando las calles, ahora, le molesta que seamos un eslabón clave en los procesos electorales actuales y los que se avecinan.

La casta está nerviosa. Y ahora mucho más nerviosa después de que el pueblo griego haya dado su confianza a Syriza emprendiendo un cambio que afectará para bien a toda Europa. Un cambio que supone recobrar la dignidad, la confianza y la sonrisa. A esta casta, que durante el 15M nos arengaba que lo democrático era que defendiéramos nuestras reivindicaciones en las urnas y no ocupando las calles, ahora, le molesta que seamos un eslabón clave en los procesos electorales actuales y los que se avecinan. A esa casta le hicimos un poco de caso. Decidimos jugar a su juego, entrar en su tablero y ganarles también allí. Pero nuestra aceptación de sus reglas no sirvió para tranquilizarles, sino todo lo contrario. Ahora nos temen y están luchando ante la realidad de un panorama político para la gente, en la que sus estrategias de gobierno, de presión y de estafa no tengan ya cabida. No tienen miedo a Podemos porque aparezcamos como un nuevo partido, tienen miedo a que la ciudadanía, la sociedad civil, la gente tome las riendas en los quehaceres políticos. Porque siempre que aparecen las urnas como el espacio donde volcar las mayorías sociales de las calles, la oligarquía sostenida por gobiernos lacayos nota el aliento del final de su farsa. Un aliento que, esta vez, no tiene rostro amenazante sino todo lo contrario. Es el aliento que se desprende de una sonrisa, del gesto de los que sabemos que el 2015 va a ser el año del cambio y queremos vivirlo con ilusión y ya sin miedo.

Aceptamos las urnas, jugaremos al juego, pero jamás olvidaremos que somos la gente, y la gente habita las calles, los pueblos, las plazas, los hospitales, los mercados, los colegios... De ahí venimos y queremos que la sonrisa se plasme también ahí. Por ello, convocamos a la manifestación del día 31 de enero en Madrid, porque queremos encontrarnos en las calles con la mejor de las excusas: ilusionarnos al reconocernos como mayoría que desea y quiere que su país vuelva a ser suyo. Queremos vernos, unir nuestras voces para cantar al régimen que le queda poco, que somos muchos y que estos "muchos" tenemos anhelo de democracia.

Sabemos que Podemos no es el único actor social, y con este llamamiento no queremos monopolizar la calle en su nombre, pero sí queremos romper con la reclusión negativa y crítica a la que el régimen había abocado nuestra presencia en ellas. Romper los diques de las viejas lógicas políticas también es atrevernos a marchar en afirmativo, a manifestarnos no sólo para denunciar, o para reivindicar lo que es nuestro, sino también para sonreír al cambio, para mostrarles que no tenemos miedo y que ante eso, les queda poco más que hacer que marcharse. Porque para que en España acontezca un cambio real y duradero desde Podemos entendemos que es en necesario mantener, animar y recordar que las calles también son nuestras, y que sólo con las urnas no ganamos el mañana. Un mañana para el que soplan vientos de cambio y de esperanza, de regeneración democrática y de constitución de un nuevo pueblo. Vientos, que desde Podemos animamos a impulsar y a sumarse a ellos.