Teruel también es territorio de esquí

En Aragón el sector de la nieve representa aproximadamente el 7% del PIB y cuenta con estaciones en Huesca y en la de Teruel. Sin embargo, las pistas de esta última provincia son las grandes desconocidas de la Comunidad para los aficionados al esquí. La temporada pasada unas 140.000 personas se deslizaron por Aramón Javalambre y Aramón Valdelinares, unas cifras lejanas de las que pueden ofrecer el resto de centros invernales autonómicos.

En Aragón el sector de la nieve representa aproximadamente el 7% del PIB y cuenta con estaciones en Huesca y en la de Teruel. Sin embargo, las pistas de esta última provincia son las grandes desconocidas de la Comunidad para los aficionados al esquí. La temporada pasada unas 140.000 personas se deslizaron por Aramón Javalambre y Aramón Valdelinares, unas cifras lejanas de las que pueden ofrecer el resto de centros invernales autonómicos.

Su importancia para la provincia de Teruel es reseñable. Los esquiadores han dejado unos 14 millones de euros de gasto directo e indirecto y pocas actividades económicas en esta zona pueden presentar estos datos. Estos centros son, junto con MotorLand y Dinópolis, los grandes catalizadores de un turismo que se incrementa con el paso de los años. Las dos estaciones dan trabajo directo a entre 200 y 250 personas e indirecto a entre 1.500 y 2.000, en una provincia que cuenta con más de 51.000 personas ocupadas, según la última Encuesta de Población Activa publicada.

Los principales clientes de estos centros invernales no son solo los turolenses sino también los valencianos por su cercanía a estas estaciones. Un tipo de turista que debería ser diversificado para conseguir un aumento de la afluencia. Teruel no solo debe aspirar al turismo cercano sino apostar por ampliar sus miras hacia nuevos mercados.

Para conseguirlo tiene que aumentar sus dominios esquiables, tal y como se viene haciendo en los últimos años, y potenciar la calidad de las instalaciones. Pero también facilitar la llegada de los aficionados con la mejora de las conexiones con las grandes urbes cercanas y las grandes infraestructuras de transporte y contar con una oferta hotelera y de ocio atractiva, que permita al cierre de las pistas alargar la jornada en las montañas turolenses y dar un primer paso hacia la desestacionalización de estos importantes enclaves.

Estas mejoras deben ir acompañadas de campañas de promoción potentes que muestren al mundo las excelencias de estas dos joyas ocultas del esquí aragonés. El momento no es el mejor para lanzar este tipo de medidas por la escuálida tesorería de las administraciones, pero el efecto multiplicador y recaudatorio que puede llegar a conseguir bien merece un esfuerzo presupuestario.