Tierras bañadas por el Ebro

Con el Ebro como columna vertebral, regando sus tierras y cediendo su nombre a la Comarca, la Ribera Baja valora su patrimonio histórico-artístico, un amplio pasado de tradiciones y un activo ciclo festivo como parte de su identidad cultural.

Zaragoza.- Tras pasar Zaragoza y siguiendo el transcurso del Ebro por las tierras que baña, emerge la Comarca de la Ribera Baja del Ebro. Con casi 1.000 kilómetros cuadrados de extensión y un 2,3% de la superficie total de Aragón, la demarcación se asienta entre el Bajo Martín y la Comarca de Caspe, dejándose abrazar por las áridas tierras de los Monegros.

En la comarca encontramos un enlace perfecto entre dos espacios que dan lugar a un ecosistema único: Los Monegros, que supone una de las mayores extensiones desérticas a nivel nacional, y el río Ebro junto a su ribera. El conjunto ofrece, a los ojos de quien lo visita, un paisaje marcado por un fuerte contraste: un valle encerrado entre huertas, arboledas, bosques y, en su entorno inmediato, las dilatadas estepas monegrinas.

Patrimonio histórico

Vía de comunicación milenaria, la Comarca Ribera Baja del Ebro atesora un rico patrimonio histórico-artístico, donde antiguas norias vuelven a girar orgullosas de su historia. Rica en pasado, en presente y en futuro, la zona dispone del recurso natural más preciado, el agua.

Sus diez municipios se alzan a las orillas del Ebro, cinco a cada orilla. Pina de Ebro, Gelsa, Velilla, Alforque y Alborge, en su margen izquierda; Quinto, La Zaida, Cinco Olivas, Sástago y Escatrón se asientan en su ribera derecha. Diferente agua, pero un mismo río; el que atrajo a estas tierras a romanos, visigodos o árabes y que legaron una historia repleta de verdades y hermosas leyendas. De todos ellos encontramos testimonios por los rincones de los distintos municipios. Es el caso de Gelsa, que aún cuenta con su "barrio morisco"; Velilla de Ebro, vigilante incansable de las antiguas ruinas romanas de "Lépida Celsa", o el Monasterio de Rueda, entre las localidades de Sástago y Escatrón.

Las norias de Velilla han recuperado su actividad
Las norias de Velilla han recuperado su actividad

La comarca se extiende a ambos márgenes del cauce y cada uno de estos diez municipios que la componen mantiene su particular diálogo con el Ebro: susurros, confidencias, declaraciones e incluso silencios.

La Ribera Baja del Ebro guarda en su territorio una larga tradición histórica, como lo demuestra su importante patrimonio histórico-artístico, un rico patrimonio etnográfico, un amplio pasado de tradiciones y un activo ciclo festivo que los habitantes de la Comarca guardan orgullosos como parte de su identidad.

Los recursos naturales, el motor económico

Tradicionalmente la agricultura ha sido el motor económico de la zona. Sin embargo, la transformación industrial, ligada a los usos del agua, ha originado que las localidades más cercanas al Ebro hayan visto cómo se instalaban numerosas empresas de diferente carácter, como molinos harineros, aceiteros, la central térmica de Escatrón y las salinas o la hidroeléctrica de Sástago. De esta manera, la agricultura y la ganadería han pasado a ser una actividad complementaria en muchos casos.

La superficie agrícola utilizada supone el 64,7% del territorio, en el que predomina el cultivo de herbáceos frente a los leñosos. La ganadería, por su parte, también tiene un importante aliciente económico, ya que en varios casos, este sector es el principal y se acompaña de tareas agrícolas. En el territorio existen unas 55.000 unidades ganaderas, en las que predomina la crianza de ovino y porcino.


La agricultura ha pasado a ser una actividad complementaria en la zona
La agricultura ha pasado a ser una actividad complementaria en la zona

La industria se explica en parte por su cercanía a la capital aragonesa y por la presencia del Ebro, un gran atractivo para la implantación de empresas. En La Zaida se encuentra la central FMC Foret, de producción y suministro de elementos químicos. y en el territorio también se encuentra el mayor yacimiento de alabastro a nivel comarcal, explotado en Gelsa.

Como muestra del valor que tiene este material, se puede contemplar el retablo de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, esculpido en blanco alabastro y extraído de las canteras de la misma localidad.