Tristeza y desolación entre los vecinos de la Casa Azul de Calatayud el día en el que han comenzado a desalojar sus viviendas

La próxima demolición del edificio de viviendas de Calatayud bajo el que el pasado mes de noviembre apareció una sima ha llenado de desilusión a los propietarios del inmueble.

Zaragoza.- La Casa Azul ha asistido al nacimiento de nuevas generaciones. En ella han crecido muchos niños bilbilitanos que, desde los balcones de su casa, veían el tranquilo discurrir del río Jiloca. En el edificio, situado en los números 6 y 8 de la calle Justo Navarro, también han fallecido algunas personas. La historia de muchos vecinos de Calatayud ha ido pareja a la de este emblemático inmueble, pero ahora quien ha de dejar su sitio a lo venidero, es el propio bloque que, desde el pasado mes de noviembre, se va hundiendo poco a poco en el terreno sobre el que se levanta. Los vecinos declaran haber derramado muchas lágrimas por sus antiguas casas. Ana Carmen, la hija de uno de los matrimonios residentes en la Casa Azul, comenta con voz temblorosa que “es una lástima tener que asimilar que, dentro de poco, no va a quedar nada de la casa donde crecí”.

Ella comparte el mismo sentimiento que el resto de las alrededor de 20 personas que han contemplado como dos empresas de mudanzas de la localidad se llevaban los enseres de los tres primeros pisos que han sido desalojados. Según el arquitecto contratado por la ahora Asociación de Afectados, Antonio Cebrián, “se trabajará en dos o tres pisos cada día, porque la intención es que, a final de mes, ya hayan acabado los trabajos de desalojo”. Los enseres sacados serán trasladados y depositados, por un máximo de 6 meses, en una nave habilitada por el Ayuntamiento bilbilitano. Los que no deseen esa ubicación para sus muebles “tendrán que buscarse la vida”, tal y como ha declarado el presidente de la Asociación, Juan José Langa.

El proceso de desalojo ha comenzado este miércoles con vistas a una pronta demolición del inmueble. Y es que este trance parece inevitable porque, según Langa, “todos los expertos, tanto los municipales como los contratados por nosotros, han declarado ruina técnica y económica”. Aunque el derrumbe sólo será el primer paso. Posteriormente se procederá al levantamiento de un edificio de nueva planta. Hasta entonces, los vecinos se ven obligados a alojarse en pisos alquilados o en el domicilio de amigos y familiares. Es lo que ha tenido que hacer Pilar, propietaria de uno de los pisos de la Casa Azul, para no quedarse en la calle. Su domicilio aún no ha sido desalojado, pero confiesa que siente “una tristeza enorme por vernos obligados a dejar atrás toda una vida”.

Las prospecciones que indican el progresivo hundimiento del inmueble quedaron interrumpidas por las vacaciones navideñas. Cuando se han retomado los trabajos de medición, éstos han indicado que los rebajes aún son pequeños. Según Cebrián “el edificio se ha ido hundiendo 0,1 décimas de milímetro por media al día”. Esta evolución continuará a medida que se desarrollen los trabajos de desalojo ya que, ha indicado el arquitecto, “para evitar desgracias personales" se prohibirá la entrada al edificio cuando éste presente niveles mayores de hundimiento. Todas las precauciones son pocas, puesto que en todo momento se encuentran presentes efectivos del cuerpo de bomberos y de la policía municipal.

Cuando finalice totalmente el desalojo, lo que se ha previsto para finales de este mes, se procederá a la demolición del edificio. El proyecto más viable parece ser el del derrumbe total mediante la bola demoledora. Esta medida, que acabaría también con los puntales, sale más cara pero elimina riesgos para los vecinos que, posteriormente, ocupen el edificio de nueva planta que se prevé se construya en el solar.

La corporación bilbilitana ya ha donado una cifra que ronda los 600.000 euros (100 millones de pesetas), aunque la cantidad ha resultado insuficiente, debido a que los vecinos han gastado ya este dinero con creces en tapar el socavón que se abrió en noviembre y en apuntalar el edificio.