Opinión

Los nuevos pobres

Todo el mundo sabe lo que son los nuevos ricos. Quizá lo hayamos olvidado ya porque China, Europa, pero sobre todo España, están repletos de ellos, y entonces no se nota. Pero de quienes menos se habla es de los nuevos pobres. Toda la vida han existido los nuevos pobres. Es decir, aquellos que han vivido peor que sus padres.

Todo el mundo sabe lo que son los nuevos ricos. Quizá lo hayamos olvidado ya porque China, Europa, pero sobre todo España, están repletos de ellos, y entonces no se nota. Pero de quienes menos se habla es de los nuevos pobres. Toda la vida han existido los nuevos pobres. Es decir, aquellos que han vivido peor que sus padres. Digamos, aquellos que descendían en la escala social. Esto ha sido una cosa normal. La movilidad social. Pero nunca sin guerrear ni revolución de por medio, esta movilidad ha sido tan rápida y, sobre todo, tan silenciosa, tan de puntillas, tan vergonzante. Porque cuando se cortaban cabezas con pelucas bien espolvoreadas en la parisina plaza de la Concordia, los ajusticiados ya sabían lo que les tocaba. Y se consolaban entre ellos, porque eran conscientes de que pertenecían a una clase o estado (clérigos) destinada a recibir la postrera y brutal caricia del doctor Guillotín.

Pero ahora los nuevos pobres parece que no existen, aunque los haya a millones. Gente con más o menos estudios, -los titulados españoles parados triplican la media de los países de la OCDE-, que de la noche a la mañana, se ha visto desposeída de su trabajo o rebajado brutalmente su salario. Gente que ha visto cómo su pequeño negocio, que tantos sudores le costó levantar, se ha venido abajo en  pocos días. Gente de esa que responde al perfil del refrán “goza tú poco, mientras busca más el loco”. O dicho de otra manera, trabajar –aparte de que te pueda gustar, según el tipo de labor- para vivir algo acomodadamente. Pero ni un euro más. Total para qué. Además, que ser muy rico trae tantas preocupaciones como ser muy pobre.

Pero a esa supuesta clase media sin mayores ambiciones la están haciendo desaparecer a marchas forzadas. Siempre el dinero y las riquezas han sido bien valiosos, pero no lo único. Hoy en día solo existe el dinero. Y el dinero a quienes más interesa es a los ricos (viven por y para ello) y a los pobres (sin él no podrían subsistir). Los nuevos ricos eran antes mirados con recelo, tanto por los ricos de siempre, que los consideraban unos “parvenus”, como por los que se quedaban pobres, carcomidos por la envidia al no haber podido alcanzar su alto standing. Pero ahora ya no, porque el nuevoriquismo se ha instalado con fuerza en nuestro país. En realidad, ha sido un proceso de revolución silenciosa, primero impulsada por los socialistas y ahora por los neocapitalistas sin freno, que al final han resultado ser los mismos.

A costa de las clases medias –fíjense bien que lo digo en plural, porque son muy variadas ya que unas suben y otras bajan-, donde algunos se han quedado estancados y otros van camino de ser pobres. Pero, mientras recorren el camino, les da vergüenza decir que ya no pueden llevar la vida que llevaban y hacen juegos malabares con lo que les queda. Pobreza vergonzante. Y todo esto se ha hecho rompiendo las más elementales bases de la movilidad social.

Los informes FOESSA de 1970, 1975 y 1983 quedan ya muy añejos. Incluso el modelo “core social fluidity” de Erikson y Goodthorpe ha sido ya barrido por todos los acontecimientos que suceden en España, que han dejado un escenario pleno de incertidumbre y confusión. Y lo que es peor con, de momento, escasas luces de esperanza.