Comarca Andorra-Sierra de Arcos, refugio de historia y patrimonio

Con nueve municipios y 675 kilómetros cuadrados de extensión, la Comarca Andorra–Sierra de Arcos une la importancia de su naturaleza con la conservación de su patrimonio artístico e histórico. En una delimitación donde la minería siempre ha predominado, el sector servicios se hace hueco a la fuerza.

Zaragoza.- Una comarca que conserva los rasgos artísticos anteriores a la escritura, donde ha quedado el recuerdo de los dinosaurios y en la que el interior de la tierra ha reportado riqueza. Un territorio que también guarda sus rasgos íberos y árabes. Estos son algunos de los rasgos que definen a la delimitación Andorra-Sierra de Arcos, que se extiende a lo largo de 675 kilómetros cuadrados de extensión y que cuenta con nueve localidades: Alacón, Alloza, Ariño, Crivillén, Ejulve, Estercuel, Gargallo, Oliete.

En esta lista se debe incluir también Andorra, capital comarcal y baluarte, donde habitan más de 8.000 personas, algo que le convierte en el tercer núcleo de la provincia de Teruel.

Sabiendo de su tamaño y sus peculiaridades, esta zona se abre al turismo “familiar, cercano y accesible”, asegura la técnico de este departamento Mª Ángeles Tomás. Entre sus referentes hacia el exterior, Andorra–Sierra de Arcos se apoya en dos parques culturales que van más allá de sus propias fronteras.

Parques culturales y rutas

En el primer caso, en el Parque Cultural del río Martín, tanto el curso de éste como sus afluentes han dibujado espacios como los Estrechos, y la mano del hombre ha creado espacios como el embalse de Cueva Foradada. Con este marco, en el que también hay importantes pinares son varias las especies de aves (buitres leonados, búhos reales) y mamíferos (desde jabalíes hasta cabras y gatos monteses).

El carácter minero se hace visible. Foto: Turismo Comarca Andorra-Sierra de Arcos
El carácter minero se hace visible. Foto: Turismo Comarca Andorra-Sierra de Arcos

En el segundo, el Parque Cultural del Maestrazgo, el protagonista pasa a ser el cauce de del Guadalope, que recorre un espacio reconocido como el mayor de este tipo en todo Aragón y en el que se incluyen numerosos Bienes de Interés Cultural, abarcando desde épocas romanas hasta los años de presencia musulmana.

Dentro de los límites de la propia Comarca, hay señalizados más de 300 kilómetros de senderos para “todos los niveles” y cuya información, como también apunta Tomás, “se puede ampliar en la web de la institución accediendo a los mapas y los tracks para el GPS”. En el mismo sentido, esta zona se localiza dentro del espacio Norte Teruel para rutas de bicicletas de montaña.

Entre los caminos disponibles se abre ante el visitante el espacio denominado como “Masías de Ejulve”. Localizado en la localidad homónima cuenta con 2.000 hectáreas a más de 1.000 metros de altitud en las que se emplazan numerosas construcciones que se distribuyen “de forma salteada por el monte y que ahora se pueden visitar mediante senderos señalizados”, recuerda la técnico de Turismo.

Precisamente en este contexto, en la localidad de Estercuel, se encuentra el único monasterio habitado de la provincia. Se trata del Olivar, un centro de frailes mercedarios “totalmente restaurado y que tiene los elementos típicos como la iglesia, la nevera, el reflectorio o las bodegas. En la actualidad, y como recuerda Tomás, conviven tres personas.

Minería, nuevo papel

Desde el interior de la tierra de esta zona, cuando no se había llegado a la mitad del siglo XX, el hombre arañaba kilos y kilos de carbón para alimentar los hornos y la economía local. Una característica que ha condicionado la demografía de la zona, pero que en los últimos años ha vivido un cambio.

Así, en el caso del Humedal Corta Alloza, localizado en la llamada Val de Ariño, entre los municipios de Andorra y Alloza, la tierra desnuda de la antigua explotación a cielo abierto ha dado paso a círculos concéntricos de nueva vegetación que confluyen en un núcleo líquido, que en tiempos alcanzó los 130 metros de profundidad. En la actualidad, a esta recuperación física se añade un regreso de la actividad desde un sentido diferente.


La Comarca también recuerda su pasado íbero. Foto: Turismo Comarca Andorra-Sierra de Arcos
La Comarca también recuerda su pasado íbero. Foto: Turismo Comarca Andorra-Sierra de Arcos

Bajo el paraguas del Parque Tecnológico Minero Mwinas, estas zonas pretenden recuperar el ajetreo de actividad gracias a las vistitas turísticas atraídas tanto por el entorno, como el pozo de San Juan, como por la oferta de concursos, exposiciones y citas musicales.

Poblaciones con encanto

En cuanto a las localidades que componen la Comarca, cada uno de ellas tiene “algo especial que ofrecer”, apunta Tomás. Así, Alacón conserva importantes pinturas rupestres del barranco del Mortero y unas 500 bodegas excavadas en su colina; Oliete posee la sima de San Pedro, un gran foso de 100 metros de profundidad que cobija a aves y murciélagos; o Ariño, que cuenta con un balneario desde este mes y con una subsede de Dinópolis.

Por otra parte, Alloza vive su pasado íbero gracias al centro de interpretación que posee; Crivillén suma el Centro de Arte Contemporáneo Pablo Serrano; Gargallo, en el que destacan sus calderas y Ejulve, con un casco urbano de la época renacentista.