Unidad, diversidad y división

En términos generales, unidad conlleva diversidad de elementos, ya que de otro modo hablaríamos de montón. El cuerpo humano forma una unidad orgánica, donde diversos componentes diferenciados, con sus funciones precisas, contribuyen a conformar una persona individual con sus peculiaridades: cada individuo es igual a otros, pero distinto de los demás.

En términos generales, unidad conlleva diversidad de elementos, ya que de otro modo hablaríamos de montón. El cuerpo humano forma una unidad orgánica, donde diversos componentes diferenciados, con sus funciones precisas, contribuyen a conformar una persona individual con sus peculiaridades: cada individuo es igual a otros, pero distinto de los demás.

España, con sus paisajes variados, con sus valles y llanuras, con sus montes y mesetas, con sus costas y estepas, ha reunido y formado un conjunto de gentes con caracteres y acentos diversos. La peripecia de las migraciones nos recuerda la procedencia de pueblos que teniendo un origen diverso y lejano en la distancia llegan a configurar una realidad nueva: los habitantes actuales, sus herederos.

El devenir de la historia, por su parte, ha dictado una evolución que en su desarrollo marca también una variedad hasta alcanzar una unidad. Dentro de la historia, todos somos romanos, luego visigodos, y siempre hispanos. Dentro de ese marco, el curso de la historia ha ido perfilando unos territorios, un derecho local, unas lenguas, e incluso, si se quiere, una determinada personalidad colectiva local. En definitiva unos modos de diversidad dentro del mismo solar, que se une políticamente a finales del siglo XV --primer estado europeo--, recuperando la unidad romana o visigótica.

La  diversidad, ¿qué representa?: ¿Cercanía  o  alejamiento?, ¿fortaleza o debilidad?  Se ha dicho que todos los seres humanas somos iguales. Seguramente, será una excepción quien ante esa afirmación genérica responda que eso no es verdad; pero cuando se entiende referida a lo cercano, muchas veces la expresión vital es que hay unos más "iguales" que otros: "Yo que nací aquí, que hablo mi lengua nativa, con arraigo en 14 generaciones, soy más igual que tú que naciste fuera, que no hablas la misma lengua, que....".

La exaltación de la diversidad puede generar distanciamientos. La pregunta clave es ¿cómo se lleva esa personalidad colectiva?, ¿iguales entre iguales?, ¿mejor entre los diferentes?, ¿distanciamiento de los otros?, etc. En este contexto está lo que denominamos como nacionalismo, con una graduación que va desde "resaltemos lo propio, lo que diferencia", hasta el desprecio al otro. Marcar diferencias, resaltar lo que es propio, puede ser aceptable siempre que se respeten las existentes diferencias ajenas; pero no puede ser aceptable cuando implica alguna forma de "odio al otro", como forma de resaltar lo propio. Alguien pudiera alarmarse al leer la palabra odio, pero acudiendo al diccionario de la RAE se verá que el término tiene muchos matices y si luego se cotejan con el contenido de algunos libros de texto en las escuelas, se verá que esos matices se van haciendo realidad conforme el niño crece.

La idea nacionalista se ha ido forjando sobre dos soportes: fanáticos de la raza, de la sangre y del orgullo, agitadores de pasiones colectivas, que pueden desembocar en violencia; junto a una oligarquía que define lo que interesa al "país". Para reforzar su idea, han "creado" la existencia de un enemigo contra el que batallar, que es España. Y si esas gentes, a través del poder y del dinero, se adueñan de los medios de comunicación y disponen de un poderoso aparato de propaganda, la tarea está medio acabada. Y si a ello se añade el control de la enseñanza, es cuestión de tiempo que todos vengan a pensar lo mismo.

Un modelo utópico que el tiempo ha ido acercando a la realidad, tanto por la seducción de la fórmula, en la que el sentimiento predomina sobre la razón, como por la dejadez de quienes tendrían que haber afrontado ese escenario posible como una realidad; que han limpiado el camino a los separatistas, cediendo partes de la soberanía nacional. La situación en que nos encontramos es achacable a todos los gobiernos que hemos tenido en España en esta época llamada democrática, que por su afán de gobernar han comprado votos nacionalistas pagando un precio demasiado caro. ¿Nos sacarán los dos grandes partidos de este atolladero en que nos han metido?