París-Zaragoza sin pasar por los Pirineos

Traer el sabor de París a Zaragoza de forma artesanal. Ésta fue la idea que en 2006 materializó Anne-Laure Romeuf al crear Le Petit Croissant, una panadería-repostería con obrador propio en la capital aragonesa. Además de harina y masa madre, la empresaria cree en la ilusión y el esfuerzo como ingredientes para que un negocio triunfe.

Zaragoza.- Cruasanes recién hechos, coloridos macarons, barras de pan artesanas. El mostrador de Le Petit Croissant recoge estos y otros productos con el objetivo de traer “un poco del sabor de París a Zaragoza”. Todo esto se convirtió en realidad durante el mes de octubre de 2006, pero en realidad la historia comenzó mucho antes.
 
Antes de entrar en harina, Anne-Laure Romeuf se entregaba por completo al sector del comercio internacional en Madrid. “Me gustaba mucho mi trabajo, pero era demasiado estrés y muchísimo trabajo”, recuerda esta empresaria francesa, que confiesa que “vi claramente que en Zaragoza faltaba un sitio artesano de verdad y me lancé”.
 
Dentro de su familia, no lo veían claro. “Mi marido no estaba en el sector, mi trabajo era bueno y yo tenía una buena formación, parecía que estaba tirando todo a la basura para montar una panadería”, apunta Romeuf. Sin embargo, afirma que la percepción de sus allegados, con el paso del tiempo, ha cambiado.
 
Con las reticencias más próximas, pero con la firme convención de tener éxito, Romeuf decidió marcharse a Francia para adentrarse en el mundo de la panadería y la pastelería porque, según reconoce, “no tenía ni idea”. Allí pasó tres meses, “día y noche”, en el establecimiento de un conocido con sus trabajadores para aprender todos los pormenores del proceso artesanal. Su predilección por este país no es “chovinista”, sino que se asienta en la “amplía tradición que existe en el sector”.
 
“Lo vivo con ilusión y con pasión, porque me interesa y me gusta hacer las cosas bien y vender un producto bueno”, comenta la creadora de Le Petit Croissant. Esta actitud le llevó a embarcarse sola en el reto de crear la empresa y tuvo que lidiar con la temida financiación bancaria.

“Con el banco tuve que luchar mucho y presentar el proyecto muchas veces, porque no es una tienda sin más, el obrador vale mucho dinero”, y añade Romeuf que, al final, su entidad “lo financió entero, y es que yo sabía desde el principio que iba a funcionar”. También confiesa que su idea original cambió porque “siempre pasa, tienes que adaptarte y luchar mucho”. Por fin, en ese mes de octubre de 2006, la empresa tomó cuerpo en Hernán Cortés.
 

La fundadora de la empresa es Anne-Laure Romeuf
La fundadora de la empresa es Anne-Laure Romeuf

Más que una plantilla
 
Definidas las líneas básicas del proyecto, Romeuf comenzó a contratar el personal que formaría parte de Le Petit Croissant. Echando la vista hacia atrás, la empresaria rememora cómo conformó su plantilla, que ahora consta de un total de 25 empleados repartidos en tres espacios: Hernán Cortés, Paseo Constitución y un quiosco en Puerto Venecia. “Contrato a gente como yo, que sea positiva, dinámica, que se tome las cosas en serio, pero con ganas”, dice esta francesa ya afincada en Zaragoza, y añade que no lo hace mirando exclusivamente el currículo.
 
En los obradores, en Hernán Cortés y Constitución, trabajan 10 personas, todas de nacionalidad francesa; Romeuf argumenta esta decisión porque “allí la formación es muy amplía, son 4 o 5 años en los que aprenden muchísimo y se convierten en especialistas y apasionados”.

Ese es el caso del jefe del obrador de Hernán Cortés, Romain Taillecourt. Tras cuatro años de trabajo en la capital aragonesa, Taillecourt relata cómo su labor también incluye las funciones de “relaciones públicas” al acompañar a todos aquellos clientes que quieren visitar las bambalinas del negocio. “Vine a España porque quería tener la experiencia y, aunque no conocía directamente a Anne, quería ayudar a que se desarrollase su idea”, asegura Talillecourt.

Tras días y días de trabajo, la directora de este comercio se muestra orgullosa porque “quería una casa diferente y un personal diferente, y lo he conseguido. Son 25 personas que no encuentras en otros sitios; cada uno por separado es de 10 y existe un ambiente buenísimo”, y, como si se tratase de una receta, Romeuf detalla que, a su parecer, “el éxito de una empresa es esto: tener un equipo que sepa trabajar y que esté a gusto”.
 
Para contribuir a ello, la responsable de este negocio asegura que les proporciona unas “buenas condiciones de trabajo, porque si no no vendrían a España”. Así asegura que son personas que les gusta viajar, el ambiente del país, aunque no tienen programado “quedarse toda su vida”.

Los macarons son uno de los productos con más éxito según Romeuf
Los macarons son uno de los productos con más éxito según Romeuf

Fórmula de éxito
 
“Mi idea es vender el mejor producto que se pueda al mejor precio posible. Y todo artesanal, desde el principio hasta el final”, insiste Romeuf. Por esto, todos los clientes que visitan las tiendas con obrador están invitados a pasar detrás del telón para ver toda la elaboración, ya que como añade la propietaria “hacemos los cruasanes, las pizzas, el pan, el pan de centeno y el de espelta que es 100% de espelta”.
 
Para ello, esta iniciativa, como asegura su coordinadora, siempre ha apostado por la innovación y el avance, bien contando con maquinaria, como grandes hornos y aparatos para ayudar en la fermentación, que les permite conservar su objetivo principal como adquiriendo “las mejores materias primas”.

En este sentido, Romeuf asegura que la harina viene directamente de Francia, que es la primera productora europea de trigo panificable en Europa y donde la normativa es “más estricta”.

Durante los últimos años, los establecimientos de panadería y repostería han aumentado en las aceras zaragozanas, pero esto es algo que no inquieta a esta empresaria. “Esto se ha puesto de moda en toda España, y en Francia también ocurrió, pero dentro de unos años la gente se dará cuenta de la situación”.

Según Romeuf, algunos de estos nuevos espacios son “sitios bien montados y bonitos, pero que luego solo son puntos de venta. Además no tienen producción, les dan pan congelado o precocido, lo meten al horno y claro, es pan recién hecho, pero recién del congelado”. Esta empresaria confía que “algún día no podrán poner que algo es artesanal cuando no lo es”.

El éxito de Le Petit Croissant, según su fundadora, es un hecho que se refleja en que “han abierto esas tiendas y los clientes siguen viniendo, la venta no ha bajado en ninguno de nuestros puntos de venta”. Como rasgo propio, Romeuf además agradece que “no hablamos solo de gente que tiene hambre y pica sino que vienen de propio a por su pastel o a por su pan bueno. Ellos saben a lo que vienen”.
 
Y no solo cuentan con el respaldo de clientes. Entre los conocedores del buen hacer de esta compañía están los nutricionistas que, como dice la empresaria francesa “nos recomiendan porque aquí las cosas son como decimos”.

Esta empresa cuenta con 25 empleados, diez de ellos son franceses
Esta empresa cuenta con 25 empleados, diez de ellos son franceses

 
Por su parte, Romeuf pone tierra de por medio con el resto de la competencia y asegura que “nunca me he interesado por lo que hace el vecino. Si me he puesto aquí es porque pienso que puedo aportar algo diferente”. Sin embargo, sí que reconoce captar ideas cuando se desplaza tanto a su país natal como a Italia o Madrid por “traer algo distinto”.
 
Contracorriente
 

“Nos ha tocado capear la crisis mucho”, afirma Romeuf, que además asume que “hay que encontrar el punto de equilibrio entre la calidad y el precio, porque la gente busca precio, pero también quiere calidad. En este punto, la empresaria asegura que en un momento de crisis, su pan es “amortizable” porque aguanta varios días sin quedarse duro.
 
Como uno de los mecanismos que ha aplicado desde sus inicios, la responsable de Le Petit Croissant puntualiza que “hemos bajado nuestro margen todo lo que hemos podido y no hemos cambiado la materia prima a peor”. También reconoce que en la actualidad han reducido el tamaño de productos como las tartas, donde “antes costaban 30 euros, ahora son 10”.
 
Entre las alternativas de este negocio también se incluye la elaboración de cestas y la creación de promociones y ofertas entre sus clientes. Además, también atienden de forma puntual, encargos para hostelería y eventos.