Opinión

Los condados en España (y II)

En la segunda parte de este artículo dedicado a los condados españoles en el que trato de mostrarles cómo la trascendencia de alguno de ellos ha configurado la realidad política actual de la antigua Hispania romana, restan los dos más relevantes desde un punto de vista histórico...

En la segunda parte de este artículo dedicado a los condados españoles en el que trato de mostrarles cómo la trascendencia de alguno de ellos ha configurado la realidad política actual de la antigua Hispania romana, restan los dos más relevantes desde un punto de vista histórico; uno que, ya siendo reino, ha sido el más importante de la Península Ibérica (y de los más importantes de la historia universal del último milenio) y el alma de la actual España y otro que, convertido en reino independiente y salvo unos pocos años durante el reinado de Felipe II, jamás ha querido reunirse de nuevo (desgraciadamente para todos los habitantes peninsulares) con el resto de españoles no habiendo sido posible, hasta la fecha, que la idea visigoda de unidad política peninsular, idea que secundaron desde hace más de 1.000 años muchos de los pobladores cristianos que se refugiaron en el norte de la península tras la llegada de los mahometanos a nuestro territorio, haya podido completarse totalmente.

Comencemos:

- Condado de Castilla: creado por el rey leonés Ordoño I a mitad del siglo IX (quién le iba a decir que posteriormente el condado que creó iba a absorber al Reino de León…), nombró a Rodrigo (familiar suyo) conde de Castilla. El condado (habitado entre otros por mucho vasco y mucho cántabro lo que hace que Castilla, que nace al sur de Vizcaya, pueda considerarse como la extensión de los vascos por la península algo que corrobora el gran parecido cultural de vascos y castellanos contemporáneos por mucho que los nacionalistas traten, mezquinamente, de crear conflictos y diferencias de modo artificioso y por mera supervivencia política) comienza a ser autónomo a partir de Fernán González (931). Pasados los años, el hijo de Fernando I (hijo a su vez del rey pamplonés Sancho Garcés III) conde de Castilla y también rey de León pues le arrebató dicho título a su suegro Bermudo III), Sancho II de Castilla, en 1065, pasa a ser primer rey de Castilla (como con Aragón y Portugal como veremos, el condado se independiza y desgaja del Reino al que pertenecía e incluso en el caso de Castilla engullirá y superará en importancia al Reino de León). Con Fernando III, en 1230, se unieron los reinos de Castilla y de León pero con preeminencia nominal y política del primero (desapareciendo de facto el segundo), pasando a denominarse Reino (o Corona) de Castilla desde entonces todos los territorios que comprendían los reinos de León y de Castilla (razón por la cual se ha denominado Castilla y castellanos a los pobladores de zonas que históricamente no han sido Castilla, como León, Zamora, Salamanca o la extremadura conquistada por el reino leonés, más emparentadas con Asturias o Galicia que con los territorios históricos castellanos).

- Condado Portucalense (Portugal): este condado, dependiente del Reino de León, se constituyó alrededor de 1095 siendo rey Alfonso VI quien se lo ofreció a Enrique de Borgoña, un borgoñón que vino a ayudarle en la Reconquista quien aparte de dicho territorio recibió la mano de la infanta Teresa de León. Este borgoñón, como buen conde (y político actual) peninsular (todo se acaba pegando aunque vengas allende los Pirineos), decidió gobernar en su territorio con autonomía, obviando la autoridad del Rey de León a quien tributaba vasallaje. Una vez fallecido, su esposa Teresa, hija del rey leonés, se autonombró reina, algo que le debió gustar a su hijo Alfonso Enríquez quien en 1127 fundó el Reino de Portugal autoproclamándose rey del mismo. Entonces se inició una guerra con el Reino de León que, ganada por los portugueses, hizo que en 1139 declararan la independencia del Reino de León y hasta hoy. Si esta guerra la hubiese ganado el bando leonés es probable que hoy día para un español  ir a Lisboa o a Oporto sería como ir a Sevilla, Madrid, Bilbao o Barcelona (estas dos últimas, por ahora…).

Ya ven, tras estas breves líneas, cómo quienes más han hecho por dinamitar la política española (y algunos siguen y siguen) y por delimitar las fronteras políticas peninsulares actuales han sido algunos condes (llámenlos hoy “lehendakaris” o “presidents”) que por querer ser más importantes que los reyes de los reinos de los que dependían, se autoproclamaban a sí mismos reyes del territorio que conformaba su condado, independizándose de los reinos en los que se habían originado provocando maremotos políticos dentro de nuestras fronteras. Los españoles seguimos siendo (casi) iguales que hace 1000 años pues siendo (prácticamente) iguales en todo seguimos peleando entre nosotros de modo absurdo y egoísta demostrando nuestro primitivismo patológico, algo que es una pérdida de energía pues en vez de tratar de ser mejor que las potencias rivales, malgastamos nuestras fuerzas en disputas intestinas que nos hacen ser cada vez más débiles. Una pena.