Opinión

Regreso al futuro

Y el futuro es lo pasado. La división en castas –todo se andará-, la jerarquización explotadora de la sociedad, la disminución (o desaparición) de los derechos de los más débiles y el aumento de sus deberes. Y viceversa. Cada vez más, el jefe tiene las manos libres sobre los de abajo, que no tiene más remedio que aguantarse. Lo peor es el ambiente de fatalismo y resignación que se ha instalado en nuestra sociedad. Todo es normal. Y a buscarse la vida como cada uno pueda. A veces, obligando los jefes a que sus subordinados hagan lo mismo que ellos; es decir, repartir la tarta de forma un bocado para el peor (que a veces es el mejor) y muchos bocados para el mejor (que frecuentemente es el peor).

Y el futuro es lo pasado. La división en castas –todo se andará-, la jerarquización explotadora de la sociedad, la disminución (o desaparición) de los derechos de los más débiles y el aumento de sus deberes. Y viceversa. Cada vez más, el jefe tiene las manos libres sobre los de abajo, que no tiene más remedio que aguantarse. Lo peor es el ambiente de fatalismo y resignación que se ha instalado en nuestra sociedad. Todo es normal. Y a buscarse la vida como cada uno pueda. A veces, obligando los jefes a que sus subordinados hagan lo mismo que ellos; es decir, repartir la tarta de forma un bocado para el peor (que a veces es el mejor) y muchos bocados para el mejor (que frecuentemente es el peor).

El retroceso –que puede llegar hasta la desaparición- de las conquistas sociales no tiene nada de particular. Ha pasado en toda la historia de la humanidad, lo que pasa es que los contemporáneos de cada época apenas se dan cuenta. Solo las mentes más preclaras son conscientes del retroceso. Hay épocas bien marcadas por este retroceso, y otras menos.

Algo bien evidente es que la Edad Media supuso un salto hacia atrás tremendo. Se volvió al Neolítico con la invasión de los bárbaros y la caída del Imperio Romano. Roma fue conquistada por los hérulos de Odoacro (471), a pesar de la mayor civilización del último emperador, el jovencísimo Rómulo Augústulo. Comparen ustedes la sensación de bienestar que tenían los antiguos romanos con la que tenían los hombres del barroco. Y no solo los patricios, que no volvieron a vivir así hasta el siglo XX, pero con muchos más inconvenientes. Espacio, mármoles, impluvium (o fuente bien lúcida, que permitía caer el agua de lluvia), calefacción central, triclinium para recostarse cómodo, baños, termas, fútbol los domingos (gladiadores, tracios y retiarios, leones hambrientos zampándose a esos subversivos y atontolinados cristianos, naumaquias, o sea sangrientas batallas navales…)

-Oye Claudio, mañana en la esquina de siempre para ir al anfiteatro.

-De acuerdo, Cayo. Hasta mañana. Y luego nos correremos una juerguecilla con buen vino de Burdigala (Burdeos) y salchichas de Lugdunum (Lyon). Y con unas danzarinas bárbaras de Siria y del otro lado del Rhin, que son lo mejor de lo mejor.

Este ambiente no se vivió, a ráfagas, hasta el siglo XIX. Y para las clases adineradas. Que el pueblo llano no vivía apenas mejor que en el XVIII. Y aun bien entrado el XX. Los avances solo eran para los de arriba. Y en el barroco siglo XVII, el común de los mortales apenas vivía mejor que en la Baja Edad Media (siglos XIII, XIV y XV), cuando las damas ya empezaban a llevar cucuruchos con gasas rematando la punta, y los hombres iban abandonando los pesados yelmos para las ocasiones guerreras. De alguna manera podemos decir que en el XIX no se vivía mejor que en el XVIII. Más claro, que no siempre el transcurrir del tiempo lleva aparejados avances y mejoras en la forma de vivir.

Con esta ¿crisis? hay cosas que utilizábamos y ya no podemos. Cosas que ayudaban a nuestro bienestar y han desaparecido. Medios de transporte (salvo el AVE para los que puedan pagárselo), móviles (que nos los han hecho indispensables cuando se podría perfectamente prescindir de ellos…). ¿Todo eso nos ha llevado a una mejor calidad de vida?