Mamá, me han detenido un poco

Así empezó la llamada de Alberto Lorente a su madre, a las once de la noche y tras pasar unas horas detenido por "el delito" de negarse a identificarse en un acto público. A su lado estaban su compañera y una niña de pocos meses con unos ojazos negros que daban color a la noche.

Así empezó la llamada de Alberto Lorente a su madre, a las 11 de la noche y tras pasar unas horas detenido por “el delito” de negarse a identificarse en un acto público. A su lado estaban su compañera y una niña de pocos meses con unos ojazos negros que daban color a la noche.

Fue el final de un día más en este pais, una jornada salpicada por alguna que otra manifestación, abucheos a cargos del gobierno de turno y policías “protegiendo” a consejeras de Educación, que se limitan a dar conferencias ante un público afín y filtrado convenientemente. Fue el final de la jornada de un compañero que cree y defiende la escuela pública junto a otra “buena gente”, por mucho que algunos medios busquen la imagen contraria, harta de contemplar desde un panorama -oscuro, tirando a negro-, la protegida vida en color de una casta que quiere seguir eligiendo centro educativo concertado (faltaría más), atención sanitaria a la carta, un barrio “elegante” donde vivir y si no les quedara otro remedio, hasta el color de su celda con vistas al mar.

Tenemos la obligación de que los ojazos de esa niña se alimenten de un país en color. No tenemos derecho a inhibirnos, sería traicionar su futuro, su vida, la de mucha buena gente.