SEMANA SANTA

Zaragoza vive la pasión del Jueves Santo

La fe está a pie de calle. Centenares de personas se arremolinan entorno a las numerosas cofradías que recorren el centro histórico de Zaragoza. Fieles y cofrades, todos deseando que el cielo dé una tregua para poder lucir sus pasos sin preocuparse por el agua. Y, de momento, parece que el cielo de este Jueves Santo, aunque gris, no descargará sobre las procesiones.

Hasta catorce tendrán lugar durante el día de hoy. La primera en salir, a las 11.00 horas de la mañana, ha sido la de la Exaltación de la Cruz, que ha hecho su camino habitual desde la Real Maestranza de Caballería hasta San Cayetano. Ataviados con los hábitos blancos y los capirotes negros, los portadores han llevado sobre sus hombros la Cruz insignia de la cofradía. Poco después, salía la banda de música y desfilaban los Guardias Civiles. Para terminar, el Paso de la Elevación de la Cruz seguido por las manolas, dolientes y de luto, y una muchedumbre de espectadores que se sumaban al recorrido.

A la misma hora, partía desde San Antonio de Padua la cofradía de la Crucifixión del Señor y de San Francisco de Asís y, a las 12.00 horas, la Coronación de las Espinas iniciaba su via crucis desde la Plaza San Felipe. Como ha explicado su Hermano Mayor, José Luis Muñoz, salen a la calle “para dar público testimonio de fe, realizando el recorrido de Jesús al Calvario”.

Muchas personas se paran a contemplar las procesiones de sus barrios, otros se desplazan para ver aquellas que les gustan o que tienen tradición de contemplar año tras año. Y también los hay que vienen de fuera: “Ya habíamos estado en Zaragoza hace tiempo, pero nos habían dicho que las procesiones son muy bonitas aquí”, explica una turista. Y no es para menos; la Unesco reconoció al toque del tambor y el bombo como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad el año pasado.

Por delante, todavía cuatro días de emociones al límite, procesiones, tamboradas, rompidas de hora y traslado de imágenes. Las calles huelen a incienso y las paredes retumban con las cornetas, para impregnar cada esquina de la ciudad del espíritu de la Semana Santa.