Zuera, una cárcel dentro de una cárcel

Algunos presos de la cárcel de Zuera pasan 21 horas al día en sus celdas y solo tienen contacto restringido un máximo de tres horas. Una situación que califican desde la Asociación Libre de Abogados de Zaragoza como "tortura blanca" que “en absoluto puede fomentar la reinserción social en la que debería basarse el sistema”.

Zaragoza.- Los presos del Centro Penitenciario de Zuera que se encuentran en régimen de primer grado están “en una cárcel dentro de una cárcel”. Eso denuncian desde la Asociación Libre de Abogados de Zaragoza, que pretenden dar visibilidad a los presos que cumplen condena en Aragón dentro del régimen más restrictivo que existe. A finales de 2017, había 36 presos adscritos al primer grado.

“No solo están privados de libertad, sino que, además, sufren un aislamiento que supone una limitación grave de sus derechos”, entre los que enumeran “la dignidad, la integridad física y moral y la salud”, entre otros, según su portavoz Lourde Barón. “Derecho que no deberían verse privados por el hecho de estar cumpliendo una pena”, apuntan. El primer lugar, por las 21 horas al día que pasan en soledad. El resto, tres horas, y lo pasan en el patio “pero están o solos o con un preso más”. Eso “si no se les restringe a una o dos horas, aunque la legislación lo impida”.

La situación deriva en ocasiones en la conducta conocida como indefensión aprendida. Es decir, provoca en el individuo falta de convicción en la eficacia de la propia conducta para poder cambiar el rumbo de los acontecimientos debido a la falta de control que tiene sobre ellos. En resumidas palabras, que se siente ajeno a su propia vida y todo lo que le pueda ocurrir en ella en sus contacto con la institución penitenciaria. Y se da precisamente en el espacio de “mayor opacidad”, aumentando las posibilidades de torturas o maltratos.


Según un informe, Zuera aplica un régimen “aún más restrictivo” que el previsto en la ley
Según un informe, Zuera aplica un régimen “aún más restrictivo” que el previsto en la ley

Y, aunque no se de este trato inhumano, consideran desde la Asociación que en ningún caso este tipo de condena promueve el aprendizaje positivo, reduciéndose al “castigo por el castigo”. En consecuencia, provoca la conocida como “tortura blanca”, que es aquel tipo aflicción causada en el individuo bajo el amparo de la legislación.

Comprobada la dureza de Zuera en el trato

Entre los años 2016 y 2017 el Mecanismo Nacional de Prevención de la tortura realizó visitas a las instalaciones de este régimen en toda España, llegando a conclusiones muy claras. Por ejemplo, que sus funcionarios no reciben formación continuada para el tratamiento de estos internos, que las consultas médicas se hacen desde la puerta tras los barrotes, limitando la privacidad del paciente, que las instalaciones son restrictivas, dando su ventanas casi siempre a muros de patios de luces, o que estos internos no tienen acceso a televisión o radio, limitando aún más su comunicación.

El informe también hacía referencia expresa a la cárcel de Zuera, ya que en ella se comprobó que se aplica un régimen “aún más restrictivo” que el previsto en la ley. Y, aunque se recomendó aplicar los cambios solicitados, “fueron rechazados” por la Administración Penitenciaria.

Un caso de muerte 

El 14 de octubre de 2016, José Ángel Serrano Benítez, murió en su celda de Zuera después de pasar 18 años y 3 meses en grado uno. Estaba desnudo y, según la autopsia, murió atragantado por una sustancia extraña en su garganta. Desde la Asociación Libre de Abogados creen factible que, al encontrarse su cuerpo junto a la puerta, intentó pedir exilio sin éxito.

Varios miembros de la Asociación han explicado esta situación ante los diputados de las Cortes
Varios miembros de la Asociación han explicado esta situación ante los diputados de las Cortes

Incremento de los enfermos mentales en cárceles 

En régimen de grado uno deberían estar personas que suponga peligrosidad extrema o incapacidad para la convivencia, pero, aseguran, también están en ella “por denuncias contra la institución”. Y lo que es más grave, hay personas con “situaciones difíciles por toxicomanía o enfermedad mental, quienes no entienden su situación”.

Es más, denuncian que, como consecuencia de un cambio legislativo, ha aumentado el número de enfermos mentales en las prisiones españolas. Eso, ligado a la falta de recursos públicos para tratarlos en el exterior, ha generado un incremento del número de personas con enfermedad mental que ingresan en prisión tras haber cometido un delito. Desde la Asociación insisten en que estas personas “no deben llegar a la cárcel, y mucho menos un régimen de aislamiento, sino ser tratados”. Creen que la manera de solucionar este aspecto, pasaría por que las comunidades autónomas asuman las competencias de sanidad penitenciaria.

Todo ello lo explicó Barón recientemente ante los diputados de las Cortes en la Comisión de Comparecencias Ciudadanas y Derechos Humanos. Les pidió colaboración porque “no puede permitirse la pervivencia de este régimen”.