Zaragoza.- Nadie tenía que decirle a César Láinez el reto que aceptaba al dar el salto a la dirección del banquillo del primer equipo. Cogía un grupo alicaído, roto, incapaz de levantar la cabeza en Segunda División y con un rumbo tan triste como inexorable hacia la categoría de bronce. Lo que para el Real Zaragoza hubiera supuesto la desaparición más absoluta.
Pero todavía no hay nada cerrado. Es cierto que para que se produzca semejante debacle se tendría que dar una concatenación de desgracias bastante improbable. Pero Láinez anima a los suyos a cerrar la permanencia, que aunque no sea el objetivo propuesto a principio de campaña sí adquiere una relevancia transcendental. ¿Será ante el Rayo en La Romareda este domingo?
Al respecto, Láinez ha reconocido que su "obstinación innata" hasta que hasta que no sume los puntos no dormirá "por la noche", recordando que "mientras la puntuación es la que es y que todo el mundo tenga posibilidades está la obligación de sumar de tres en tres o de uno en uno".
Además, ha comentado que él no será "el mejor entrenador que ha estado en el Zaragoza, pero sí el que más responsabilidad ha tenido", valorando que están "jugando con 85 años de historia con un equipo que venía muy tocado y con una situación en la que no había entrenado en Segunda".
Por tanto, ha manifestado que "la responsabilidad era máxima y si se consigue este reto habrá sido el título más grande que pueda recordar con el Real Zaragoza".
