Esperando el esperanto

"Para cada pueblo un idioma, y uno común para todos". Éste es el lema con el que el doctor Zamenhof creó en 1887 el esperanto, una lengua nueva que no conocía ni fronteras ni nacionalidades y que pretendía convertirse en el idioma universal. Dos millones de personas lo hablan en todo el mundo. En Zaragoza también se enseña.

Zaragoza.- Se creó a finales del siglo XIX en lo que entonces era el imperio ruso y ahora es Polonia. Su inventor fue el oculista L.L. Zamenhof, un médico políglota que creía en las ventajas de tener un idioma internacional que no perteneciera a ningún país, que todos pudieran sentir como propio y que se empleara para comunicarse fuera de la patria. Se llamó esperanto y todavía hoy, más de cien años después, cuenta con defensores que mantienen vivo el proyecto, pese a no contar con ninguna potencia que lo respalde.

Se calcula que son unos dos millones las personas que lo hablan, independientemente de su situación geográfica. También en España, y por ende en Aragón, hay “esperantistas” que difunden este idioma y la cultura internacionalista que lleva asociada. “La idea es que cada persona supiera al menos su lengua materna y, para relaciones internacionales, usara el esperanto, que fuera una lengua auxiliar”, explica Lorenzo Noguero, secretario de la Fundación Esperanto, cuya sede está en Zaragoza.

De hecho, el lema de la fundación es "Para cada pueblo un idioma, y uno común para todos". “El esperanto tiene un carácter neutral, no es de ninguna patria o nación concreta, sino que es como un patrimonio común, de manera que un chino, un búlgaro, un australiano o un español lo sentimos tan propio como el resto de hablantes”, añade Noguero.

Un idioma autodidacta

Quienes lo practican aseguran que es un idioma sencillo y que se aprende entre ocho o diez veces más rápido que otras lenguas. “En unos meses, hay gente que ya tiene capacidad de hablarlo”, afirma Noguero. El 70% de las palabras son de origen latino y, además, no tiene verbos irregulares, toda una ventaja a la hora de comunicarse que ha quedado reflejada en el libro de los Guinness.

Con estas características, los esperantistas aseguran que “si hay algún idioma que se pueda aprender de forma autodidacta, ése es el esperanto”, si bien nunca viene mal un poco de ayuda. Desde 1969, la Fundación Esperanto, que fue fundada por el entonces rector de la universidad, se encarga de ello en Zaragoza, y ofrece cursos de introducción gratuitos. “Como decía una canción de The Beatles, las mejores cosas de la vida son gratis, por eso ofrecemos los cursos así”, bromea el secretario de la fundación. Y es que no tendría sentido que un idioma que nació con la pretensión de ser universal esté condicionado por el nivel económico de los hablantes.

Uno de los libros sobre la historia del esperanto

A Noguero le consta que en otros países estos cursos tienen mejor acogida, pero en Zaragoza no son muchos los que se interesan por esta forma de comunicarse. Actualmente, una decena de alumnos reciben clases unos dos días a la semana para acercarse al idioma, “gente joven, con visiones internacionalistas y con la curiosidad de acercarse a una lengua diferente”, concreta.

Sin apoyos

Pero, ¿por qué no se ha generalizado como el idioma auxiliar universal? El principal, y puede que único motivo, es que el esperanto no cuenta con ninguna potencia interesada en apoyarlo. No es el emblema de ningún país ni la insignia de ninguna fuerza nacionalista. Es un idioma inventado para ser universal, sin más pretensiones que comunicarse.

“No hay ningún interés económico o político para impulsarlo. Estamos los entusiastas del esperanto, que vemos que es una idea muy buena, que sirve para facilitar la comunicación, aunque sabemos que esto contrasta con los intereses que pueda tener otra gente”, explica el secretario de la fundación.

A lo largo de la historia, el esperanto ha contado con detractores como Hitler, para quien los judíos podían utilizarlo para dominar el mundo, o Stalin, que lo consideraba una lengua de espías. Ambos persiguieron y ejecutaron a los esperantistas. También el senador estadounidense Joseph McCarthy, conocido por su anticomunismo, consideró el conocimiento del esperanto como "casi sinónimo" de simpatía hacia el comunismo, y en España, donde alcanzó gran popularidad entre las clases trabajadoras y era común en las escuelas racionalistas y ateneos libertarios, su enseñanza se vio abruptamente interrumpida tras el triunfo de las tropas franquistas en la Guerra Civil.

Varias revistas escritas en esperanto

Pese a todo, el esperanto sigue vivo, casi sin darnos cuenta. Para muchos sigue siendo una utopía, pero dos millones de personas atestiguan que es posible acabar con la maldición de la legendaria Torre de Babel. La historia cuenta que las ansias del hombre por acercarse a Dios condenaron a los pueblos a “confundir” sus lenguas y hablar idiomas distintos. El esperanto nació para solucionar este problema, la incapacidad del hombre para entender y hacerse entender.

Sus defensores, algunos tan conocidos como Umberto Eco, seguirán predicando sus ventajas hasta que sean conocidas por todos. Confían en que llegará ese momento. También en Zaragoza, donde se cuenta con más de 3.000 ejemplares de obras escritas en este idioma, hay esperantistas que siguen creyendo en la idea.

“No tememos que desaparezca”, dice Lorenzo Noguero. “Ha sobrevivido a las guerras mundiales, cuando más retroceso sufren los ideales internacionalistas, y como creemos en el esperanto y lo que supone pensamos que puede tener futuro y que en algún momento se aceptarán sus ventajas. La razón acabará por tener razón”, concluye.