Bolonia ya está aquí

Tras varios años de pruebas, el Plan Bolonia ya está aquí. Alumnos y profesores han comenzado el que es el primer curso adaptado al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) y uno de los últimos para las diplomaturas y licenciaturas. Las aulas han vuelto a llenarse con normalidad, pero los cambios son patentes.

Zaragoza.- La Universidad de Zaragoza comienza un nuevo curso, un año académico distinto a los demás en el que la llamada adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), más conocido como Plan Bolonia, no puede seguir prolongándose. La institución afirma estar preparada para asumir el reto, pese a que la falta de financiación dificulta el proceso. Desde el lunes, las aulas y pasillos de las facultades aragonesas han recuperado su rutina, y los alumnos y docentes han vuelto a encontrarse. No obstante, bajo este entorno de normalidad, los cambios por la normativa europea son evidentes.

La UZ ha redistribuido su oferta académica y, en total, se ofrecen 54 titulaciones de grado y 52 másteres, estudios que acabarán sustituyendo a las tradicionales diplomaturas y licenciaturas. De momento, ya se han extinguido los primeros cursos de estos títulos antiguos. También se ofertan 46 estudios de doctorado.

Otra de las novedades la aportan los estudiantes recién matriculados, nuevos universitarios que llegan a las aulas a la par que Bolonia. Casualidad o no, este año se ha incrementado la demanda de la UZ y se han registrado un 21% más de matrículas que en 2009-2010. Así, ya son unos 35.000 jóvenes, un 10% más que el curso pasado, los que están recibiendo formación en las facultades aragonesas. Y lo harán, como máximo, durante siete años, pues también es en este curso cuando se estrena el reglamento de permanencia, una nueva norma, cargada de polémica, con la que la UZ limita la estancia de los alumnos en sus aulas para “optimizar los recursos públicos”.

Pero Bolonia no sólo supone cambios para el alumnado. También los docentes y el resto de personal de la institución deben adaptarse. De hecho, se racionaliza el número de cargos académicos en los centros y el nombramiento de profesores eméritos. Además, se ponen en marcha comisiones de seguimiento de las titulaciones para garantizar la calidad de las clases, lo que ha despertado quejas entre algunos profesores.

Lo que parece que no cambia pese a la llegada de Bolonia son las preferencias de los alumnos, puesto que la rama de Ciencias de la Salud sigue siendo la que presenta la demanda más alta con Medicina como titulación "estrella", pero también Enfermería, Veterinaria o Fisioterapia. Son carreras cuyas plazas se han cubierto totalmente e incluso algún año por encima del límite, ya que en el caso de empates en la nota entran todos.

La Universidad de Zaragoza afronta el reto de la adaptación al Plan Bolonia

También las ingenierías siguen atrayendo alumnos y viven ligeros repuntes, incrementos que se acentúan, en parte, por la crisis y sus efectos en las llamadas “carreras de letras”, consideradas con menos salidas laborales. De momento, ninguna de las nuevas titulaciones cuenta con menos de diez estudiantes, el mínimo exigido para impartir el curso.

El escollo de la financiación

Con estos cambios, la institución dice estar preparada para que la adaptación sea un éxito, pese a que ésta no será completa hasta que no lleguen más recursos. “Empezamos la ruta y para eso está claro que necesitamos más dinero”, admite el vicerrector de Política Académcia, Miguel Ángel Ruíz Carnicer, quien insiste en que “es verdad que el proceso de adaptación ha coincidido con el momento de la crisis”.

Así, lo que no ha cambiado pese a la llegada de Bolonia son los equipamientos e infraestructuras, proyectos que siguen a la espera de poder financiarse. “Nos gustaría tener más margen de profesores a la hora de hace grupos más pequeños y buenas instalaciones en todos los casos”, reconoce el vicerrector.

Mientras tanto, Ruíz Carnicer afirma que continúan las negociaciones y que "se está trabajando" para solventar estas carencias y avanzar hacia el objetivo final del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES): ofertar mecanismos comunes en todas las universidades para que el estudiante tenga una capacidad de movimiento "como no la había tenido nunca". Se apuesta por una enseñanza más práctica e individualizada, donde las clases magistrales deben dejar paso a un modelo en el que el alumnado se implique más en su aprendizaje.