Una mirada activa hacia espacios inertes

La lucha de la Asociación Auturia por dar uso a la antigua iglesia del Puente Sardas de Sabiñánigo, cerrada desde hace 40 años, y poder recuperar así un espacio emblemático del barrio choca de frente con la falta de respuesta del Obispado. Convertirla en un centro de interpretación sobre los pueblos deshabitados es una de las propuestas.

Zaragoza.- El monte Oturia observa desde su privilegiada posición, a casi 2.000 metros de altura, cómo transcurre la vida en los pueblos del Alto Gállego. Una vida marcada, en algunos casos, por una despoblación que trata de paliarse a través de iniciativas y proyectos para recuperar el latido de zonas que ahora se encuentran muertas.

Con el objetivo de conservar la memoria de quienes tuvieron que emigrar durante el pasado siglo, los "Jardines de Nuestros Pueblos" se ha erigido en el Puente Sardas de Sabiñánigo como homenaje y recuerdo a todos aquellos núcleos ya sin población, para que el valor de su patrimonio popular y cultural y la huella de sus paisajes sigan vivos para siempre en la memoria colectiva de Aragón. Algunos de esos pueblos están en fase de recuperación, por lo que el homenaje también se quiere extender a quienes pudieron volver para recuperar sus casas, a los nuevos pobladores, a las instituciones y a todas las entidades que trabajan para devolver la vida a estos pueblos.

La historia de los “Jardines de Nuestros Pueblos” comienza en el mismo barrio que ahora lo acoge y gracias a la iniciativa de la Asociación Auturia. Pero, para conocerla, es necesario remontarse unos años atrás.

El aragonés José María Bueno Monreal fue nombrado en 1946 obispo de Jaca y, posteriormente, llegó a ser cardenal y arzobispo de Sevilla. El nuevo obispo de Jaca llamó a los vecinos del Puente Sardas para ofrecerles construir una iglesia y rápidamente todos se pusieron manos a la obra. Una familia donó los terrenos, otras, la madera o la campana. Un grupo de voluntarios excavó y cimentó el templo “de vecinal”… “Eran años de crecimiento en Sabiñánigo y de despoblación de la comarca. Muchos de los núcleos de la zona quedaban deshabitados y el nuevo Sabiñánigo resurgía de la posguerra, con manos llegadas de esos núcleos rurales agonizantes y de toda España”, explica el portavoz de la asociación Auturia, Eduardo Sánchez.

El primer bautizo en la nueva iglesia se ofició en el año 50. Durante los siguientes 20 años, este lugar fue testigo de la vida de los vecinos del barrio. En los años 70, el viejo cine del Puente Sardas se transformó en iglesia y el antiguo templo quedaba en desuso. Desde entonces, y tras algunos intentos infructuosos para adecuarlo para nuevos usos, la iglesia pasó a convertirse en un garaje y, después, en almacén de los pasos de Semana Santa.

Para reivindicar que esta iglesia recupere algún tipo de uso público tras 40 años cerrada, en octubre de 2008 nació la Asociación Auturia. “Sería lo que el Obispado de Jaca, que es el legítimo propietario, decida. Que vuelva a ser iglesia, darle una utilidad cultural, social… No pretendemos, por tanto, ni que se ceda la propiedad ni el uso, aunque estamos dispuestos a ayudar en lo que se necesite”, señala Sánchez. Por el momento, la labor emprendida por los más de 200 socios no ha llegado a buen puerto. “Mantuvimos varias reuniones con el Obispado y lo cierto es que, aunque los inicios fueron muy esperanzadores, no hemos obtenido ningún resultado”, se lamenta el portavoz. “Se han comprometido a darle algún tipo de uso en el futuro, pero no dan ni plazos ni han aceptado ninguna ayuda por parte de la asociación”.

60 losas talladas recuerdan los nombres de todos los núcleos

Durante los primeros meses, Auturia realizó una campaña de captación de ideas entre los socios para ver qué posibles usos se podían dar a esa iglesia. La que más gustó fue la posibilidad de hacer un centro de interpretación sobre los pueblos deshabitados, “porque la iglesia se levantó con la colaboración altruista de los vecinos, que algunos procedían de núcleos que habían quedado deshabitados de la comarca del Alto Gállego. Sería un homenaje a esas personas y un reconocimiento a los que tuvieron que dejar sus pueblos y venir a Sabiñánigo”, afirma Sánchez. El centro también serviría para mantener vivo el recuerdo de todos estos núcleos que tanto han aportado y aportan a la historia, la arquitectura, la cultura, el sentimiento y las señas de identidad de los aragoneses

Con esta idea sobre la mesa, se llevó a cabo una memoria que fue remitida al Obispado. “Seguimos sin respuesta”, apostilla Sánchez. “Pero vimos que había posibilidades con el Ayuntamiento de Sabiñánigo de efectuar un homenaje a esas personas que procedían de núcleos deshabitados”, añade. Y es que, a fin de cuentas, Sabiñánigo surgió gracias a personas que llegaron de pueblos de la zona o de otros lugares. “También queríamos reconocer a aquellas asociaciones, personas e instituciones que colaboran para recuperar algunos de esos pueblos”.

Y, llegados a este punto de la historia, es cuando emergen los “Jardines de Nuestros Pueblos”. “El Ayuntamiento y el Gobierno de Aragón han dado todas las facilidades para ello”, apunta el portavoz de Auturia. “Estamos muy satisfechos por el apoyo recibido, porque es una plaza muy visitada que gusta mucho a la gente”.

Los Jardines

Los "Jardines de Nuestros Pueblos" se componen de 60 losas talladas con los nombres de todos los núcleos, así como de dos mesas de interpretación con mapas, datos históricos y citas e ilustraciones de autores que han abordado el asunto de los pueblos deshabitados en las últimas décadas. En la primera de ellas se han recuperado fragmentos del "Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar 1845-1850", realizado por Pascual Madoz, referidos a todos los pueblos actualmente deshabitados. Esta mesa está ilustrada con dibujos del desaparecido Julio Gavín, fundador de la Asociación Amigos de Serrablo, impulsor del Museo de Dibujo "Castillo de Larrés", y figura esencial en el proceso de recuperación del patrimonio serrablés.

En el parque hay dos mesas de interpretación con mapas, datos históricos, citas e ilustraciones

En la otra mesa se han rescatado textos de escritores aragoneses, españoles y universales relacionados con el fenómeno de la despoblación. En la selección aparecen nombres estrechamente vinculados al territorio como Severino Pallaruelo, Enrique Satué, Rafael Andolz, Anchel Conte o Ricardo Mur; y también otros como Julio Llamazares, Jesús Moncada o John Berger. Esta mesa está ilustrada con dibujos del artista altoaragonés Roberto L´Hotellerie.

El conjunto incluye, además de estos elementos, una hexafolia de piedra -dibujo que recrea una flor de seis pétalos, construida con cantos rodados, y que tiene un simbolismo protector en el Pirineo, con el que se pretende proyectar el valor de la cultura rural y la necesidad de preservar su espíritu-. Esta hexafolia ha sido realizada por la escultora Amara Carvajal y sufragada por el Consistorio serrablés, mientras que las losas han sido talladas por la cantera Teresa Pueyo. El trabajo técnico ha sido realizado por Pirineum Multimedia. En su ejecución ha participado el Ayuntamiento de Sabiñánigo, a través de su Concejalía de Cultura.

Pero… ¿Qué ocurrirá con la iglesia del Puente Sardas? “El Obispado es el único que puede decir qué utilidad da a sus inmuebles. Confiamos en que se pueda encontrar algún uso público y seguiremos luchando por su recuperación”. Además de esto, Auturia ha pasado a formar parte de un grupo de trabajo sobre la recuperación de los pueblos deshabitados de Sobrepuerto. También quiere proponer la creación de una federación de asociaciones culturales del Alto Gállego, “que hay muchas pero están un poco dispersas. Creemos que es un buen momento para realizar cosas en común”, explica Sánchez. Y, en general, seguirá trabajando en todos los temas culturales de la comarca del Alto Gállego e intensificará su tarea en aspectos relacionados con la recuperación de pueblos deshabitados también en esta zona. Porque volver a dar vida a aquellos lugares donde antaño la hubo es una labor que no debería nunca perderse.