El Acuario de Zaragoza tendrá sus primeros corales a mediados de julio

Reproducir un arrecife de coral. Ése es el nuevo reto del Acuario de Zaragoza, una meta cada vez más accesible. A mediados de julio, llegarán los primeros corales a uno de los tanques de este espacio, donde se ha conseguido crear el hábitat marino para lograr que estos organismos, en peligro de extinción, sobrevivan por sí solos.

Zaragoza.- Un equipo del Acuario Fluvial de Zaragoza lleva meses trabajando para reproducir un arrecife de coral en uno de los tanques de estas instalaciones, un espacio donde se ha creado el hábitat marino y en el que, a mediados de julio, se introducirán los primeros corales con la esperanza de que sobrevivan y se reproduzcan por sí solos.

El proyecto, que dirige el director técnico del acuario, Pedro Gimeno, se inició hace meses con el objetivo de que los visitantes que se acerquen hasta estas instalaciones descubran cómo viven y se reproducen los corales, organismos que están en peligro de extinción y que cumplen con una misión clave en el fondo marino. “Un arrecife de coral en el mar sería similar a un bosque en la superficie, ya que absorben CO2 y expulsan oxígeno”, recuerda Gimeno.

Para ello, un equipo de quince personas se ha ocupado de simular en uno de los tanques las condiciones propias del fondo marino, adaptando las corrientes del agua, las filtraciones y hasta la iluminación. “La idea es mostrar un trocito de mar y generar un hábitat donde los corales puedan sobrevivir, para que sea una instalación autosuficiente”, aclara el director técnico.

Tras introducir roca viva en el tanque, traída de origen y colonizada por bacterias y otros habitantes, salieron las primeras algas. Después, se han introducido los primeros peces, como los cirujanos -que se alimentan de las algas-, las castañuelas, las damiselas y un arlequín marino.

Ahora, “las algas ya están despareciendo” por lo que “en breve” se introducirán los primeros corales, que proceden de otros acuarios, y se seguirán calculando las corrientes y la iluminación hasta que empiecen a crecer y se adapten por completo. “Una vez que el arrecife tenga vida –explica Gimeno- lo que vamos a hacer es reproducirlo”. Y para ello, “se esquejarán” los corales, es decir, se partirá el coral a trocitos y con cada esqueje se generará otro coral, como si se plantara. A finales de año se espera que el arrecife esté totalmente asentado.

Este proyecto es poco común en un acuario fluvial, como el de Zaragoza, ya que se trabaja con el agua de los ríos, no del mar. “Al tener el mar tan lejos, tenemos que fabricar nuestra propia agua marina, entonces es un proceso que nos dificulta más la reproducción de un arrecife de coral porque el agua la tenemos que fabricar nosotros con unas sales especiales”, explica Gimeno.

No obstante, el equipo está satisfecho por los buenos resultados que están consiguiendo. “Estamos muy ilusionados porque lo hemos hecho desde el principio, desde que no se veía nada más que agua o algas. Ahora ya se está estabilizando, se ven los primeros peces… es un reto y estamos muy contentos”, afirma el director técnico.

El tanque con el arrecife se ubica en la parte del acuario que muestra el recorrido del río Nilo, concretamente en su desembocadura. Mide dos metros de profundidad y cuatro de largo, y contiene 40.000 litros de agua marina un tanto peculiar, ya que no procede del mar.