“Si hubiera que defender Zaragoza a Dios, Patria y Rey habría reticencias, pero se actuaría igual que en 1808"

Tras celebrar los doscientos años de los Sitios de Zaragoza, el escritor, investigador y novelista Julio Blanco publica Memoria de los Sitios de Zaragoza (1808-2008). Este libro viene a recoger esta gesta heroica a través de un texto breve acompañado de importantes ilustraciones de Goya, Unceta o Dumont, entre otros.

Zaragoza.- Julio Blanco García (Barcelona, 1945) reside en la capital de Aragón desde hace muchos años. Además de investigador, es escritor de relatos, conferenciante y articulista. En 2003 fue distinguido con el Premio de Ensayo e Investigación de la Delegación del Gobierno en Aragón por su exhaustivo estudio sobre el Banco de Aragón. Entre sus publicaciones más destacadas se encuentra: La Apostada, Historia de las actividades financieras en Zaragoza, Cuento de Reyes y Dos misivas. En la actualidad, está preparando Los banqueros judíos zaragozanos en la Edad Media y la Moneda del Reino de Aragón, además de su inicio como editor con su última obra: Memoria de los Sitios de Zaragoza (1808-2008).

Pregunta.- El 22 de febrero ondeó por primera vez la bandera francesa en Zaragoza tras el tercer sitio. ¿Cree que si hubieran triunfado los franceses hoy seríamos afrancesados?
Respuesta.- Sin duda, no es que seríamos afrancesados porque esta palabra es un poco peyorativa que en su momento tuvo un origen despectivo hacia, no sólo el francés, sino hacia todo lo que el francés representaba: una carta constitucional que había surgido de una revolución, una sociedad laica donde Dios y la Iglesia ocupaban un puesto bastante reducido. En definitiva, realmente lo francés significaba lo más moderno y la conclusión del Antiguo Régimen.

Es normal que en el momento en el que empezaran a ondear las banderas francesas en España los estamentos se levantaran porque significaba de alguna manera la conclusión de sus privilegios y de su estatus preponderante y la transformación de la sociedad abierta hacia lo moderno.

P.- Entonces, ¿por qué este miedo del pueblo al modernismo, al avance?
R.- De alguna manera, el pueblo llano tenía unas noticias de que aquellos señores, “los gabachos”, eran unos sanguinarios que se habían cargado a sus reyes, que habían hecho una escabechina con la nobleza y habían renunciado y rechazado de forma insolente a Dios y a la Iglesia. Entonces, para el pueblo patriota español no podían ser buenos. No podían representar una mejora social o modernismo, sino que eran demonios revividos.

P.- El pueblo, las heroínas y el General Palafox fueron importantes en la lucha contra el ejército francés, pero las enfermedades de la época también tuvieron su papel en la victoria. ¿No es así?
R.- En el segundo sitio se produjo una avalancha de gentes procedentes de todo Aragón, restos de ejércitos diseminados por las cercanías de nuestro viejo Reino y, de alguna manera, Zaragoza engordó en habitantes hasta llegar a duplicar la población, con todos los problemas que ello podía suponer.

Julio Blanco es el autor de "Memoria de los sitios de Zaragoza (1808-1908)"

Realmente, hubo cierta imprevisión y sorpresa cuando se produjo la hambruna de las navidades de 1808 cuando por el motivo del hacinamiento y la falta de higiene saltó el tifus y de alguna manera eso fue una columna que se instaló dentro de los muros de Zaragoza influyendo en la capitulación de febrero de 1809.

P.- Entre estos tres actores: pueblo zaragozano, heroínas reconocidas y el General Palafox, ¿cuál se ganaría la medalla al mérito militar?
R.- Prescindiendo los valores militares y los altos valores que tuvieron que incluso pusieron en peligro su propia vida, para mí por delante de Palafox se sitúa el pueblo de Zaragoza. Éste fue el que definitivamente se entregó a la tarea heroica y arriesgada de defender con sus pechos la ciudad.

P.- Pedro María Ric promovió ante las Cortes de Cádiz la construcción de un monumento a la memoria de los héroes. ¿Cree que se ha hecho todos los homenajes posibles para ensalzar la figura de todos ellos?
R.- Creo que lo que se ha hecho es algo insuficiente porque en Aragón somos gente dura, gente poco dada a las alabanzas. De alguna manera estas celebraciones de cada centenario vienen muy bien porque refrescan la memoria de las nuevas generaciones, pero si se hubiesen tenido lugar en otra Comunidad Autónoma como Madrid o Cataluña hubieran tenido más transcendencia.

P.- ¿Qué nos queda a los zaragozanos de ese “a combatir mientras quede aliento”?
R.- El pueblo zaragozano es un pueblo sacrificado que defiende ideas muy definidas. Creo que hay pocas diferencias, evidentemente la evolución natural de la sociedad ha hecho que sea más culto o que pueda votar. En cuanto a temperamento sigue siendo el mismo. Yo creo que si en estos momentos se dieran las circunstancias de que hubiera que defender Zaragoza a Dios, Patria y Rey habría reticencias. Pero en el germen de una defensa de valores, pese a que en estos momentos están un poco difuminados, el pueblo de Zaragoza respondería igual.

P.- Según usted ¿Por qué quiso apoderarse Napoleón I de España?
R.- ¡Nos llevaría mucho tiempo razonarlo! Napoleón tenía unas ideas de unificación de Europa que por una parte eran consideradas repudiables, pero por otra parte Napoleón quería modernizar. Napoleón se sentía iluminado y pensaba que podía modernizar la sociedad. Estas transformaciones no eran bien vistas por los Estados porque eran a través del triunfo de las armas.

Entre los que aceptaban la situación forzadamente estaba España con Godoy, ya que estaba en una situación singular y especialísima: situación de debilidad económica y social por las contantes guerras. Napoleón propuso a Godoy en el Tratado de Fonteneblau conquistar Portugal y repartirse el territorio de Portugal, pero para ello debían atravesar España. Godoy accedió y el ejército francés consiguió apoderarse de fortalezas como las de Pamplona o Barcelona de forma pacífica. En el avance por tierras de Zaragoza para seguir avanzando en tres columnas por todo el país, pero en esta ciudad se dijo que de eso nada y que se lo ganaran.

Una de las estampas del General Palafox del interior del libro

P.- Algo que no se puede negar a José I es en la capitulación “el perdón general y la ración de pan a los vecinos de Zaragoza....
R.- Los franceses cuando entraron en Zaragoza actuaron con una honestidad especialmente respetuosa con los vencidos. En principio, dejaron atrás las muertes y las zozobras que habían tenido lugar por cabezonería o heroísmo de la ciudad y atendieron a la salida de los soldados que quedaban defendiendo Zaragoza, les ofrecieron su incorporación inmediata al ejército nacional y buena parte de los militares que defendieron la ciudad se alistaron en el ejército sin ningún tipo de represalia.

Por parte del pueblo, éste fue atendido también. Al que era de fuera se le permitió salir sin armas. En definitiva, con los militares y con la población civil fueron exquisitamente respetuosos. Yo creo que de forma secreta, pero admiraban el valor de aquellas gentes que arriesgándose su vida habían defendido lo que era indefendible. Con los únicos que se cebaron los franceses fue con el clero, especialmente, el Padre Boggiero, Sas y Consolación, porque la Iglesia era el verdadero enemigo.

P.- Toda contienda tiene algo de leyenda. ¿Cree que los Sitios de Zaragoza también han dado pie a ello?
R.- Los Sitios de Zaragoza es una gesta heroica muy importante en los anales de la ciudad, ya que puede ser uno de los hechos más significativos de la historia heroica de la ciudad. A nivel de España también porque hay pocos hechos comparables a nivel nacional. Hay muchos autores que han puesto en el mismo nivel los Sitios de Zaragoza con las hazañas de Sagunto y Numancia.

En Europa este hecho despertó una simpatía porque la respuesta del pueblo zaragozano era de forma inconcebible. Palafox defiende una ciudad sin tropa y sin murallas y que incluso se atreve a desafiar al emperador de Europa y árbitro del mundo entero, en aquellas fechas. Esto hizo que se creara un mito que por improbables características exageradas que haya adquirido está sobre pasado por la realidad.

P.- Actualmente, ¿deberíamos crear algún símbolo arquitectónico o escultórico para este bicentenario?
R.- Se debería hacer naturalmente. Es más yo me atrevería que sería muy positivo hacer un edificio de nueva planta en un lugar estratégico que recogiera un museo actual moderno de los Sitios. Un lugar donde se ofrecieran películas, libros y cuadros sobre esta gesta heroica. Si tuviera que pedir algo a las autoridades les pediría que se volcaran en eso porque, lamentablemente, hasta el momento tenemos muy pocas decisiones respecto a celebrar personajes y hechos de nuestra ciudad que merecen ser destacados y conocidos por el visitante.

Un libro histórico de divulgación digestiva

P.- Muchos son los libros que se han escrito sobre los Sitios de Zaragoza. ¿Qué pretende ofrecer con su libro “Memoria de los Sitios de Zaragoza (1808-2008)”?
R.- El alzamiento de Madrid del 2 de mayo fue la llamarada que provocó aquel incendio. No sabemos lo que hubiese pasado, sino hubiese ocurrido eso. Dicho esto y dando la prioridad a este alzamiento, los Sitios no me parece que se tengan ignorados por la memoria colectiva de los españoles. El conocimiento de esos hechos no está sólo en España, sino en toda Europa. Aunque hay que reconocer que las pinturas de Goya sobre los fusilamientos del 2 de mayo han conseguido que en ninguna parte del mundo se desconozca este hecho. En este sentido, destacar que Palafox era un buen publicista y quería que Goya inmortalizara los Sitios, éste creó unos bocetos que tuvo que destruir tras la llegada de los franceses.

Julio Blanco es investigador, escritor, conferenciante y articulista

P.- ¿Con qué se puede encontrar el lector en sus memorias sobre los sitios?
R.- Mi libro recoge de forma muy sencilla la historia de los Sitios. No es un libro de investigación que trata de ser atractivo para la gente que tiene poco tiempo. Se trata de hacer llegar una historia de interés general de forma digestiva.

P.- ¿Por qué una colección de estampas y no un simple relato histórico?
R.- Precisamente porque es más digestivo. Soy investigador y tengo libros de investigación, pero reconozco que la divulgación de cualquier historia exige una adecuación de esa historia al público, que es donde el escritor quiere destinarla. En la línea de llegar al mayor número de público posible, me he basado en la experiencia de divulgación de historia durante siglos pasados, donde podemos hacer referencia a los famosos romances de ciego. Ésta es la filosofía que nos ha llevado a Saraqusta Ediciones a realizar este libro, donde unas imágenes bellísimas y unos textos lo más reducidos posibles nos explican no sólo la imagen, sino que los textos tengan entre sí una continuidad. Así, hemos buscado que el lector se metiera en la historia.

P.- Tras la publicación de este libro. ¿Tiene entre manos algún otro tema?
R.- Hay muchas historias. No quiero hablar de ninguna en particular porque se pueden pinchar los proyectos. Pero hay muchos temas desconocidos como los amantes de Teruel, los templarios o en la Corona de Aragón, entre otros. Eso sí siempre con el criterio de imágenes acompañadas de textos breves y digestivos.