La Fiscalía pide nueve años de prisión para tres miembros de una misma familia por una reyerta en un bar del Actur

La Audiencia de Zaragoza ha celebrado el juicio en el que tres miembros de una misma familia se enfrentan a nueve años de prisión si finalmente les consideran autores del inicio de una reyerta sucedida en mayo de 2006 en un bar del Actur, en la que presuntamente agredieron a un grupo de personas entre las que había un Policía Local.

Zaragoza.- En estos momentos se está ya deliberando acerca de qué fue lo que realmente sucedió el 26 de febrero de 2006 en el bar “La Tarara” del barrio del Actur de Zaragoza. La Audiencia de Zaragoza ha celebrado el juicio en el que tres miembros de una misma familia se enfrentan a nueve años de prisión si finalmente les consideran autores del inicio de una reyerta, en la que presuntamente agredieron a un grupo de personas entre las que se encontraba un Policía Local.

La sala se ha llenado de agentes de este Cuerpo, por un lado, y de parientes de los acusados, por el otro, debido a que los tres inculpados pertenecen a una misma familia. Según han relatado, bebieron desde por la mañana puesto que habían quedado para almorzar en el campo. Esta circunstancia les ha servido para justificar que “ese día” portaran navajas.

Tras pasar todo el día al aire libre acudieron a este establecimiento. Allí comenzaron a cantar y dar palmas “porque es nuestra tradición cuando estamos contentos”. Por este motivo, el que el dueño les pidió que pararan puesto que estaban molestando al resto de clientes que estaba viendo el fútbol. A su lado se encontraba un grupo de unas quince personas que celebraba un cumpleaños.

Según la versión de los denunciantes, uno de ellos fue al baño y a la salida le dieron un cazo. Mientras, los acusados han relatado que acompañaron su disculpa por haberles molestado con las palmas y los cantos, con un golpe en el hombro. “Nosotros no queríamos problemas, queríamos tomar nuestras cervezas tranquilamente”, ha asegurado uno de ellos, a lo que les contestaron, “es que con esto no nos vale, gitanos de mierda”. Y se encararon.

Ambas partes se reparten el papel conciliador y los insultos. Así, muy al contrario, el resto de testigos indican que los que insultaban al resto de los consumidores eran ellos y que se refirieron al grupo con el que tuvieron la pelea como “montón de pijos”. Entre ellos estaba Luis Alberto, un Policía Local que no estaba de servicio pero que se identificó como tal, para intentar mediar, lo que según ha declarado la otra parte fue el desencadenante de la tangana.

“Cuando uno de ellos fue al baño, uno de ellos le metió un cazo. Alberto el Policía les mostró la placa y directamente se abalanzaron sobre él”, ha declarado otra testigo. A partir de ahí, las botellas y el mobiliario del bar se convirtieron en armas arrojadizas y cada uno defiende que en su contra y que las lesiones causadas en los demás fueron el resultado de “quererse quitar de encima” a sus agresores.

En este punto del relato aparece un episodio, en que parte de los clientes se fueron a la calle y otra parte se refugiaron en el baño. Mientras, los tres acusados amenazaban a todos, llegando a tomar a una chica a punta de navaja para obligar a los que se habían metido en el baño a que salieran. Una vez la dejaron libre, a los cinco segundos (según ha indicado la propia chica), arremetieron con la puerta del baño de caballeros.

La puerta no ajustaba bien, por lo que los refugiados tenían que permanecer a poca distancia de ella con el fin de evitar que los inculpados se internaran. Sin embargo, los inculpados presuntamente abrieron un boquete en la puerta, lo suficientemente grande como para herir al Policía Local. Fruto de la lesión le ha quedado una cicatriz de once centímetros que, según ha indicado el médico forense, será “imposible de eliminar”.

Al poco, se personó la Policía y pudieron salir de los servicios. Un total de 16 testigos han intervenido en la vista, que ha quedado pendiente de sentencia.