Madrid.- La segunda jornada del juicio contra los tres grapos acusados del secuestro del empresario Publio Cordón en 1995, Fernando Silva Sande, Manuel Pérez e Isabel Llaquet ha estado protagonizada por las declaraciones de los familiares del desaparecido.
La versión de la familia resulta radicalmente opuesta a las declaraciones de los acusados escuchadas ayer en la Audiencia Nacional. Los tres negaron cualquier implicación con el secuestro e incluso con la banda terrorista GRAPO. Sin embargo, la hija del empresario y su marido, que en su momento fueron los representantes de la familia para realizar el pago de los 400 millones de pesetas de rescate en París, han reconocido a Fernando Silva Sande como uno de los miembros de la banda terrorista que recogieron la cantidad pactada.
“Se identificó Cuadra Etxandía como Benito, nombre con el que lo identificábamos por teléfono, cogieron el dinero y se fueron. El otro era Fernando Silva Sande. En ese momento no lo conocía”, ha asegurado Carmen Cordón.
Según ha relatado la pareja, el 9 de agosto de 1995 viajaron hasta París en coche, con los 400 millones de pesetas en una bolsa granate. Una vez ahí se dirigieron, vestidos de blanco para ser reconocidos, hasta una cabina en la que iban a recibir una llamada de la banda. Empezó ahí un periplo de indicaciones a seguir hasta que a última hora de la tarde fueron abordados por los terroristas para que realizaran el pago.
Por su parte, Pilar Muro ha respondido de forma contundente a una pregunta del abogado de la defensa, que ha cuestionado si el hecho de que Publio Cordón no haya vuelto a casa es suficiente para creer que no fue liberado.
“No lo liberaron porque seguramente lo asesinaron. Ellos son terroristas sanguinarios y son lo más bajo de la sociedad. Cuando se trata con un grupo terrorista hay terror, y son capaces de cualquier cosa”, ha afirmado Pilar Muro.
La esposa del empresario zaragozano ha reconocido unas cartas que la familia Publio-Cordón envió a la banda. Una al comando central y la otra, a los presos del GRAPO. El objetivo de esta misiva era “dejar claro” que la familia había cumplido el trato, y que la banda terrorista había mentido.
