"Oro blanco" para los bebés

No hay alimento más sano y natural para los niños de hasta 2 años que la leche materna; sin embargo, los biberones han relegado a un segundo plano a la lactancia de una madre con su hijo. La OMS recomienda que los nacidos de hasta seis meses se alimenten sólo de este "oro blanco", y que sirva de complemento hasta que cumplan los 24.

Zaragoza.- La leche materna es el mejor alimento que se puede dar a cualquier recién nacido. No hay duda de ello y, a pesar de que aún queda mucho por descubrir sobre este llamado “oro blanco”, hoy ya se puede hacer esta afirmación con datos concretos sobre en qué aspectos es mejor y qué proporción de mejoría produce en los temas estudiados.

A principios del siglo XX nadie hubiera creído necesaria la edición de una guía sobre los beneficios de lactancia materna. La sociedad transmitía la cultura de la lactancia de madres a hijas y el paraguas social (vecinas, abuelas, escuelas, sanitarios, etc.) contribuía a que, salvo en raras ocasiones, todos los niños fueran amamantados. Para recordar la importancia de este hecho, el primer domingo de octubre se celebra en España el Día de la Lactancia Materna.

Por razones de diversa índole, en ese momento se produce una situación en lo que la excepción es seguir las recomendaciones de la OMS de alimentar exclusivamente al pecho durante los seis primeros meses de vida y, junto con otros alimentos, hasta por lo menos dos años. Estas recomendaciones han surgido tras la aparición de la evidencia científica de que la Lactancia Materna es lo mejor para el niño, la madre y la sociedad en todos los países del mundo.

La información que habitualmente llega a las madres y a los profesionales viene determinada por una gran variedad de conceptos erróneos sin base científica, generados en la actual cultura existente del biberón. La mujer, que recibe tanta variedad de información, en ocasiones contrapuestas desde diferentes medios profesionales y publicitarios, se desconcierta y pasa a buscar su seguridad en algo que pueda ser tangible y controlable. Así, responde con el biberón a la publicidad subliminal establecida en su inconsciente, llevándole a hacer caso omiso a los profesionales sanitarios de su entorno.

Esta situación se ha venido produciendo en la mayor parte de los países del mundo. Por ello, viendo OMS y Unicef la importancia que el amamantamiento tiene para la salud mundial, ambas instituciones iniciaron una campaña para la promoción, protección y apoyo a la lactancia materna.

En 1989 editaron un documento en el que instaban a todos los hospitales del mundo a poner en marcha las medidas que se resumen en los Diez Pasos: en primer lugar, disponer una política por escrito relativa a la lactancia natural, conocida por todo el personal del centro; segundo, capacitar a todo el personal para llevar a cabo esta política; tercero, informar a las embarazadas de los beneficios de la lactancia materna y cómo realizarla; cuarto, ayudar a las madres a iniciar la lactancia en la media hora siguiente al parto; quinto, mostrar a la madre cómo se debe dar de mamar al niño y cómo mantener la lactancia, incluso si se ha de separar del niño; sexto, no dar a los recién nacidos más que leche materna; séptimo, facilitar la cohabitación de la madre y el hijo veinticuatro horas al día; octavo, fomentar la lactancia a demanda; noveno, no dar chupetes a los niños alimentados a pecho; décimo, fomentar el establecimiento de grupos de apoyo a la lactancia materna y procurar que las madres se pongan en contacto con ellos.

El I Encuentro de Lactancia Materna se celebró en el Parque Nuevo de Ejea

Unicef, a través del programa Hospital Amigo de los Niños (IHAN), continuó la tarea añadiendo, además, que se cumpliera en todo el mundo el Código Ético de comercialización de los derivados de leche para lactantes.

Aragón es un territorio pionero en el mundo por la implantación de la lactancia materna. Casi un 80% de las madres salen del hospital dando de lactar al niño. En algunos casos, este porcentaje aumenta hasta el 97% en algunos centros, como el de Alcañiz. Todo ello ha sido posible gracias al esfuerzo que el Departamento de Salud y Consumo y las diversas asociaciones de madres han realizado desde hace tiempo. De hecho, la aragonesa fue una Comunidad pionera en el lanzamiento de una Guía para la Lactancia, hace una década. Este verano, ha vuelto a editarse otra, con una tirada de 30.000 ejemplares, en la que se han unido la visión científica y la experiencia de las madres para acercar la lactancia a aquellas mujeres que quieran practicarla.

Beneficios de la lactancia materna

Existen sólidas bases científicas que demuestran que la lactancia materna es beneficiosa para el bebé y la madre y para la sociedad en todos los países del mundo. La lactancia materna es la forma mejor y más saludable de nutrición, porque el bebé puede regular su composición según sus necesidades. La leche materna se digiere fácilmente, contiene los nutrientes apropiados en cada momento junto a otras muchas sustancias necesarias para el desarrollo del sistema inmunitario de la criatura, enzimas para el tubo digestivo, endorfinas para la relajación y el sueño, hormonas, etc.

Durante el primer año, el niño y la niña dependen de la leche de su madre para evitar infecciones. Los bebés que se alimentan artificialmente acuden al hospital más a menudo que los bebés que toman leche materna porque les falta la protección que proporciona la lactancia materna. La leche materna favorece el desarrollo intelectual y facilita el establecimiento de la flora bacteriana bífida saludable que protegerá el digestivo del lactante y en su vida adulta. Y, además, permite un vínculo afectivo entre la madre y su bebé, constituyendo una experiencia especial, singular e intensa.

Por todas estas razones y de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud y la Academia Americana de Pediatría, el Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría recomienda “La alimentación exclusiva al pecho durante los primeros seis meses de la vida de los bebés y continuar dando el pecho, junto con las comidas complementarias adecuadas hasta los 2 años de edad o más”.

Los bebés alimentados con leche materna están menos expuestos durante el período de lactancia a catarros, bronquiolitis, neumonía, diarreas, otitis, meningitis, infecciones de orina, enterocolitis, necrotizante o síndrome de muerte súbita del lactante, mientras el bebé está siendo amamantado y, además, protege frente a enfermedades futuras como asma, alergia, obesidad, enfermedades inmunitarias como la diabetes, la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa, algunas formas de cáncer y arterioesclerosis o infarto de miocardio en la edad adulta. Asimismo, estudios recientes han comprobado el efecto protector de la lactancia materna frente a varios tipos de cáncer en la infancia.

La lactancia tiene beneficios para el bebé y para la madre

Entre los beneficios para la madre, destaca el hecho de que se acelera la recuperación del útero y que protege frente a la anemia tras el parto; moviliza las grasas de reserva acumuladas durante el embarazo; facilita la relajación de la madre gracias a las hormonas que se segregan al amamantar; disminuye la incidencia de la osteoporosis y fractura de cadera en edad avanzada; disminuye la incidencia del cáncer de mamar, de ovario y de útero. Por otra parte, también desciende el riesgo de artritis reumatoide y mejora la autoestima de la madre y su criatura y previene la tristeza de la soledad.

Además, la lactancia materna ahorra recursos naturales, no contamina el medio ambiente y no necesita gastar en fabricar, envasar ni transportar. Y, además, debido a la menor incidencia de enfermedades, los bebés amamantados ocasionan menos gastos a sus familias y a la sociedad en medicamentos y utilización de servicios sanitarios y originan menos pérdidas por absentismo laboral de su madre y padre.

Alta de calidad en nutrientes

La leche materna proporciona nutrientes de alta calidad que el bebé absorbe fácilmente y utiliza con eficacia. La leche también contiene toda el agua que el bebé necesita. No requiere ningún otro líquido. Normalmente, la leche materna sigue siendo una fuente importante de energía y nutrientes de gran calidad durante el segundo año de edad y después. Todas las madres producen leche de calidad y en la cantidad adecuada. La leche materna se adapta a las necesidades del bebé y va cambiando su composición, desde el calostro a la leche madura de color blanco.

El calostro se produce durante los primeros días después del parto. Es un concentrado de anticuerpos que protege al recién nacido y, muy especialmente, a los bebés prematuros porque contiene mayor concentración de defensas frente a las infecciones y satisface todas las necesidades nutritivas del bebé durante los primeros días. No necesita nada más, ni siquiera agua o suero glucosado. La madre y el bebé se inducen mutuamente la producción de hormonas y sustancias que le proporcionan bienestar y relajación.

Enlace emocional

Sin embargo, los aspectos más físicos no son los únicos saludables para bebés y madres. La lactancia favorece la creación de un enlace emocional entre madre e hijo, “una experiencia única” que debe ser experimentada para ser comprendida.

“La velocidad y el reloj es lo más reñido con la lactancia materna. Lo primero que hay que hacer es retirarse el reloj”, explica la presidenta de la Asociación Vía Láctea, María Jesús Blázquez. “Que ninguna mujer se pierda el gozo de lactar”, expresa Blázquez, y para ello pide un apoyo social importante para la madre. “No sólo es una responsabilidad sanitaria, sino también social”, afirma Blázquez, quien denuncia que “la sociedad no valora suficientemente la lactancia, regatea los tiempos concedidos por los permisos de maternidad”.

“Lactar nunca es un deber, es un derecho, una opción de la madre”, comenta Blázquez, “pero es que te lo pide el cuerpo a ti y a tu criatura. Es un acto de amor, sale solo si no ha habido interferencias”. Por eso asegura que “el entorno puede causar desconfianzas en la madre”. “La sociedad no confía en la mujer para casi nada”, critica la presidenta de Vía Láctea, “y no confía en la mujer madre y su capacidad para amamantar”. “No se vive con naturalidad esta situación”.