“Me considero un privilegiado por poder fotografiar ballenas en mar abierto"

Hace diez años Kike Calvo decidió cambiar de vida. Quería hacer algo que le hiciera feliz, así que este aragonés se afincó en Nueva York y empezó su diario visual. A sus 34 años se ha convertido en icono de la fotografía submarina, ha recorrido medio mundo, ha nadado entre tiburones y ha incendiado su coche en pleno desierto.

Zaragoza.- Aterrizó en Nueva York con veinte dólares en el bolsillo y con ganas de dar un vuelco a su vida. Terminó Periodismo en Idaho, comenzó a trabajar como fotógrafo en Naciones Unidas, fundó una agencia visual y desde entonces su carrera le ha catapultado como uno de los mejores fotógrafos medioambientales del mundo. Ahora Kike Calvo muestra en la sala Joaquín Roncal de Zaragoza “Hábitats”, hasta el 3 de febrero, una exposición que dentro de unos meses se convertirá en un libro de referencia, prologado por dos fotógrafos de renombre internacional: Daniel Doubilet y Jean-Michel Cousteau.

Pregunta.- ¿Cómo un economista acaba de fotógrafo por medio mundo?
Respuesta.- Estudié Economía porque le prometí a mi padre que terminaría la carrera. Mi padre murió cuando yo tenía 20 años y mis valores se invirtieron. El dinero y la economía dejaron de tener sentido y opté por hacer algo que me hiciera feliz, por eso creo que gusta tanto mi trabajo. Trabajo veinte horas al día, pero me encanta. Por ejemplo, llevo un mes en Zaragoza y he dormido una media de cuatro horas diarias. Pero no importa porque para mí es una satisfacción.

P.- Y un trabajo que empezó como una afición prestada.
R.- Efectivamente, cuando empecé a hacer fotografía no tenía material propio. A Nicaragua me llevé una Nikon de mi tío y la destrocé por dormir en la playa con ella, porque no tenía para pagar un hotel. Por eso a la gente joven le digo que no hace falta tener un súper equipo. Para aprender a mirar y a observar no hace falta.

P.- Y pocos años después se convierte en uno de los diez mejores autores de fotografía submarina. ¿Cómo se ve el mundo desde ahí abajo?
R.- Es muy especial. No lo cambiaría por nada. Fotografiar ballenas en mar abierto es una de las cosas más espectaculares del mundo. Me considero un privilegiado porque he estado en casi todos los destinos que soñaba y he conocido a mucha gente del Calypso que veía en televisión… Todavía me queda mucho, pero para tener 34 no voy mal.

P.- Incluso ha tenido a un tiburón blanco a pocos metros.
R.- Pues sí y la verdad es que impone. De hecho tengo fotografías, que sacaré en el siguiente libro, de un tiburón tratando de entrar en la jaula y otras fuera de la jaula. No tiene trampa ni cartón. Son fotografías que están realizadas en mar abierto. De hecho, la foto del tiburón la tomé a 24 horas de navegación de California, permanecimos una semana o diez días flotando y no podíamos tocar tierra.

P.- Tanta aventura le va a dar para otro libro de anécdotas.
R.- Siempre me dicen que seré un abuelito encantador.

P.- ¿Por qué se ha especializado en fotoperiodismo medioambiental, cultural y marino?
R.- Mi especialidad es el agua concebida desde un ámbito amplio, desde zonas costeras, desde el aire, desde el fondo del mar… Me gusta muchísimo el medioambiente, pero hago de todo. Ésta es la parte que estoy compartiendo ahora con la gente, pero también hago fotografías de conciertos en el Madison Square Garden, por ejemplo. Las últimas semanas he estado fotografiando a Jennifer López, a Paris Milton, a Christina Aguilera, a George Clooney… y sobre todo relato historias. No hago fotografía de paparazzi, sino que estoy perfeccionando mi estilo fotográfico. Soy un periodista visual.

P.- ¿Lo hace por encargo o porque le apetece?
R.- Hago encargos selectos. Me llaman y si me interesa la temática lo hago. Me ha costado un montón de años poder llegar a este punto, pero ahora ya soy un poco más selectivo. Hablé con Kathy Morán, la editora Senior de “National Geographic” para otro libro que estoy preparando, y me dijo que un fotoperiodista tiene que ser capaz de hacer cualquier cosa, lo mismo que un reportero. Esa conversación me conectó un interruptor en la cabeza y es lo que he estado haciendo los últimos meses. A la par que hago otras cosas, sé hacer fotos desde un helicóptero, sé hacer retratos, sé hacer lo que haga falta para tener un portafolio completo y que nadie pueda decir que este chico no podría hacer esto. Puedo hacer cualquier cosa.

P.- Su día a día debe de ser muy ajetreado.
R.- Depende de las épocas. Hay épocas en las que estoy en casa todo el tiempo redactando en un ordenador portátil o estoy editando fotografías. Y luego hay temporadas, como por ejemplo antes de venir aquí, que he pasado por Dubai, por los Emiratos Árabes, por Kenia, por Omán… Viajé 2.500 millas en rompehielos ruso en el Ártico, estuve haciendo un reportaje en el velero más antiguo de Estados Unidos, de 1800, en Maine. Y todo eso en cuatro meses. Creo que este año han sido trece viajes internacionales y cuatro a España.

Calvo afirma que no hace falta una buena cámara para aprender a observar

P.- Y después de viajar tanto, ¿sigue prefiriendo Nueva York para vivir?
R.- Nueva York es la atalaya del mundo, desde allí arriba se ve lo que está pasando en cualquier parte. Además, todo el mundo antes o después pasa por Nueva York. Y en mi campo, he tenido la oportunidad de conocer a todas las personas que admiraba y eso te hace crecer mucho, como persona y como profesional. Y cuando pienso en irme de ahí, lo reflexiono dos veces porque es gente muy conocida y en otra ciudad no se puede ir todos los días a una exposición de altísimo nivel y estar hablando con el artista. En cambio en Nueva York es lo normal.

P.- A usted también le gusta estar en sus exposiciones hablando con la gente. Hasta el rey Don Juan Carlos le mostró su apoyo por carta.
R.- Sí. Tengo una carta de La Zarzuela y otras de muchas personas de Naciones Unidas… Y la gente de Zaragoza también se ha portado increíblemente bien. Dicen que es difícil ser profeta en la tierra de uno, pero tanto periodistas como ciudadanos de a pie que vienen a ver la exposición “Hábitats” han dejado comentarios preciosos. Quiero dar las gracias por ese apoyo de mi tierra. Ha sido muy especial y me hace mucha ilusión.

P.- ¿Cómo empezó a gestarse “Hábitats”?
R.- La idea la llevaba trabajando desde hace muchos años porque las fotos no son sólo de un año, son del último periodo de mi vida. Además, mi novia es consultora de cambio climático y agua en Naciones Unidas, y entre los dos hemos concebido la exposición y la obra. Por otro lado, hablé con el consejero de Medio Ambiente, hice una propuesta al departamento y se quedaron sorprendidos por lo que un aragonés estaba haciendo, y me apoyaron con la organización de la exposición y con la publicación del libro. Pero la gestación del proyecto viene de mucho antes. Esto es mi vida, es mi diario visual.

P.- Un diario visual que también completa con palabras.
R.- Además de ser fotógrafo soy periodista. He trabajado escribiendo como editor para Associated Press, he publicado en revistas de todo el mundo tanto en inglés como en español, aunque a veces la gente no sabe que alguien de aquí lo está escribiendo porque no siempre se incluyen los créditos. En esta exposición, los pies de foto aportan una tercera dimensión que sirve de mucho. Son datos sobre el medio ambiente, sobre el cambio climático, sobre las especies… Visualmente son obras artísticas que la gente está comprando para decoración, pero van muchísimo más allá. Precisamente ésa es la historia que cuento en el libro que va a salir, creo que el 23 de abril. Las palabras en esta exposición son muy importantes.

P.- Y hay palabras que asustan, como las que escribe David Doubilet en la introducción: “Somos los humanos quienes siempre codiciamos lo que descubrimos para destruirlo posteriormente”.
R.- Ése es el miedo que tengo de ir a destinos que son poco conocidos, porque en el momento en que se hacen públicos todo el mundo desea ir. Y el deseo, aunque primeramente sea bueno, siempre tiene condicionantes económicos o ganas de hacer un hotel o desarrollar un negocio. Comparto lo que él dice porque he llegado a encontrarme una factoría de Coca-Cola en la mitad del océano.

La exposición "Hábitats" puede verse en el Centro Joaquín Roncal

P.- Y Jean-Michel Cousteau añade que cuando nacimos nos abrieron una cuenta corriente que va directa a la bancarrota.
R.- Y es totalmente cierto. Eso es una llamada. Por eso Cousteau se sorprendió con mi planteamiento, que va mucho más allá de la fotografía, y decidió apoyarlo. He tenido la suerte y el privilegio de recorrer una gran parte del mundo (más del 40%) y todo está interconectado. Por eso mi trabajo como fotoperiodista es contar historias y lanzar mensajes. Es por lo que me gustaría que se me conociera. Fotografías más o menos bonitas, pero que lanzan un mensaje… como con la fotografía de las medusas. Todo el mundo se dedica a cargárselas en las playas, pero se utilizan en la investigación contra el cáncer.

P.- Por cierto, ¿sale perdiendo Aragón al compararlo con medio mundo?
R.- Aragón es bastante singular, pero la gente se olvida de lo que tiene en casa. Yo tengo la singularidad que llevo diez años viviendo fuera y cada vez que aterrizo en Aragón veo cosas que la gente que está aquí no ve. Los que se acerquen a la exposición verán paisajes de Aragón tan bonitos como el resto. Y de hecho, si no hubiera puesto cartelas en la pared no se sabría de dónde son las fotografías. Es mi mensaje como aragonés para el resto de los aragoneses.

P.- Por ahí fuera, ¿saben algo de Zaragoza o de Aragón?
R.- Pues la verdad es que no. Mi punto de referencia para el mundo es decir que Goya nació en Zaragoza, aunque fuera en Fuendetodos, pero así la gente inmediatamente lo localiza. Es una pena que no se aproveche a gente que hace cosas como yo para promover Aragón y darlo a conocer por el mundo. Pequeños apoyos, subvenciones o patrocinios, como el del departamento de Medio Ambiente para publicar “Hábitats” suponen mucho. Suponen mucho para mí que llevo mucha andadura, pues para alguien que esté comenzando ni te cuento.