“El uso del aragonés tendrá que venir de los propios hablantes”

El catedrático de la Universidad suiza de Wien, Michael Metzeltín, visitó la ciudad de Zaragoza para participar como invitado en el II Congreso de l’Aragonés. Especialista en las lenguas romances, el reconocido profesor acercó la realidad de esta lengua y ofreció las claves de cara al desarrollo futuro.

Zaragoza.- El catedrático de la Universidad de Wien y miembro numerario de Österreichische Akademie der Wissenschaften en Suiza, Michael Metzeltín, viajó hasta Zaragoza para ofrecer sus estudios sobre el aragonés en el II Congreso de dicha lengua, organizado por la asociación Chuntos por l´Aragonés. El eminente profesor realizó un repaso muy interesante por la historia de esta lengua y acercó la realidad en cuanto a la normalización y normativización. Michael Metzeltín considera muy importante la creación de la Academia, con el fin de ofrecer al ciudadano normas concretas que puedan convertirla en una lengua con presencia en las administraciones y otros ámbitos.

Pregunta.- ¿Qué es el aragonés?
Respuesta.- El aragonés es una de las lenguas románicas estandarizadas que, tipológicamente, se encuentra entre el catalán y el castellano, pero con caracteres propios. No es castellano con aragonesismos, ni catalán con aragonesismos.Tiene unos rasgos que forman su identidad y que la diferencian en distintos aspectos.

P.- ¿Qué mensaje quiere trasmitir a la agrupación Chuntos por l’Aragonés?
R.- Desde el aspecto sociolingüístico, es necesario crear y dar unas normas claras a esta lengua para que comience a normalizarse. Todo esto significa bastante trabajo para los lingüistas y especialistas en la materia, pero hay que hacerlo.

P.- ¿El aragonés tenía una identidad propia en la Edad Media?
R.- En esa época existe una conciencia clara de que el aragonés existe como tal, pero el paso de los años le hizo caer en el olvido. En el siglo XV, se decidió desde las altas esferas utilizar como primera lengua el castellano y, evidentemente, el aragonés se quedó como lengua de la familia, para cada día, y se dejó de utilizar como herramienta de las relaciones formales. Para recuperarla habrá que crear unos textos de literatura alta y traducir composiciones importantes, como el Estatuto de Autonomía o el acta de Maastricht.

P.- El Estatuto de Autonomía actual, ¿reconoce el aragonés?
R.- Hasta cierto punto sí, pero no es un reconocimiento como el de una cooficialidad. Hay muchos grados de reconocimiento, y aunque no se pueda conseguir una lengua oficial, los ciudadanos tienen que poder acceder hasta convertirla en una lengua de uso administrativo.

Metzeltín firma libros a los asistentes al Congreso

P.- ¿Falta concienciación?
R.- No es que falte la concienciación, pero la idea de separar una lengua para las situaciones formales y otra para las informales no es lo más adecuado. Se puede vivir así, porque en la Suiza alemana la situación es de esta manera desde hace siglos, pero si la lengua se encuentra en una situación periclitante, como es el caso del aragonés, es necesario darle mucha más importancia.

P.- ¿Cuál podría ser el texto más representativo del aragonés a lo largo de la historia?
R.- Yo tomaría los textos cronísticos, porque representan la conciencia histórica de un país. Puede ser la crónica de San Juan de la Peña o una parte de los anales de la Corona de Aragón de Zurita, que se podrían traducir al aragonés actual normalizado.

P.- ¿Qué importancia puede tener la creación de la Academia del Aragonés?
R.- Que haya una institución que regle una lengua es muy importante, pero lo que hay que crear es una institución, da igual el nombre, para que gestione las claves de dicha lengua. Para mí, ya es muy importante la labor que realiza el Instituto de Estudios Altoaragoneses que en mi opinión, como extranjero, es la base para la Academia de l’Aragonés.

P.- ¿El aragonés puede convertirse en la lengua más hablada en Aragón?
R.- Depende de la voluntad de los hablantes. Uno de mis primeros profesores de la Universidad de Suiza nos enseñó que la lengua, como tal, no existe. Sigue existiendo o desaparece si la gente lo quiere o no, nunca serán los lingüistas los que las salven; el uso tiene que venir de la gente misma.